Emi Huelva: "Trabajo para que otras hermanas como Elena y yo no tengan que separarse nunca"

Biológicamente hablando, el hombre es el único ser vivo que tiene conciencia de la muerte. Nuestra capacidad de pensamiento y proyección, nos permite entender que todos, más tarde o más temprano, vamos a morir. Sin embargo, la certeza de la muerte no era lo que más le preocupaba a la joven Elena Huelva. Lo que a ella le importaba de verdad era la conciencia de vivir. Porque aunque estemos vivos, sanos, y tengamos un supuesto futuro por delante, muchas veces pasamos por la vida sin vivirla. Sin valorar el amor, la amistad y la belleza de las pequeñas cosas del día a día.

En ellas reside la verdadera felicidad. No todo el mundo lo sabe, pero Elena lo sabía. Porque, estando enferma de cáncer durante cuatro años, obviamente, tenía mucha conciencia de la muerte, pero también de la vida. Como las libélulas. Y ese fue la preciada lección que le dejó a su hermana Emi y a todos los que, por suerte, la conocían.

Antes del 3 de enero de 2023, cuando su tráquea dijo definitivamente que no podía más, Elena le pidió a su hermana que continuara "ganando". Que escribiera una segunda parte de su libro, 'Mis ganas, ganan' para demostrarle al cáncer que ella, aunque perdía, había ganado más que lo que le hubiera permitido la longevidad. Le pidió que hablara de cómo consiguió concentrar toda una vida en esos cuatro (putos) años. De cómo el cáncer le quitó tiempo, pero ni un milímetro de alegría. Y ese deseo se ha materializado en un segundo libro que Emi ha publicado con orgullo y con olor a siempreviva:

P: Lo primero que me gustaría preguntarte es cómo estás. Cómo estás tú, como Emi, no sólo como la hermana de Elena.

R: “Bueno. Estoy contenta con el proceso del libro y emocionada porque me lo pidió mi hermana. Es muy bonito recibir los mensajes y las sensaciones de la gente que lo ha leído. Pero, a la vez, ahora es cuando estoy asimilando todo lo que ha pasado. El duelo no es algo lineal ni todo el mundo lo vive de la misma forma. Y a mí, ahora, hay cosas que me cuestan mucho”.

P: En muchas partes del libro, hablas de tu hermana Elena en presente, como si no se hubiera ido.

R: “Sí, me doy cuenta de que lo hago. Hay veces que hablo de ella en pasado y otras en presente y lo he escrito tal y como me sale. Siento que Elena no se ha ido porque yo siempre he creído en las energías. Es muy triste pensar que te vas de aquí y se acaba todo. Yo nunca había tenido una pérdida así pero, desde que murió Elena, me han pasado muchas cosas que no creo que sean una casualidad. Ella no creía en las casualidades ni yo tampoco”.

Desde que Elena murió, he sentido muchas energías

P: ¿Cosas cómo qué?

R: “Por ejemplo, estar pensando en ella, mirar hacia un lugar donde no he mirado nunca, y ver allí una libélula. A lo mejor he visto tres en mi vida y, como ya expliqué, yo me tatué una libélula porque viven una vida corta, pero brillante. Porque tienen conciencia de vida. No puede ser casualidad. También, hubo un momento con mi sobrino el día de Reyes, que tiene autismo y nunca toca a nadie. Ni siquiera nos había mirado nunca a los ojos y ese día me dio un abrazo, que yo sé que era Elena. Otras veces, aparecen canciones nuestras, de repente. Cuando has sufrido una pérdida y estás receptivo, se pueden recibir estos mensajes”.

P: Tu hermana te dejó (y nos dejó) un mensaje lleno de amor y vitalidad, pero supongo que el dolor no te lo quita nadie.

R: “No, claro que no. Hay partes del libro en las que me ha costado mucho pensar, pero no he querido recrearme en lo malo. Elena era luz, era positividad y superaba cada adversidad con fuerza y siempre con una sonrisa. Yo no quería que fuese un libro triste y ella tampoco. Yo creo que ha quedado un libro lleno de vida”.

P: ¿Ella siempre fue así?

R: “Sí. Desde pequeña, siempre fue alegre, positiva y disfrutaba de todo. No es que cambiara con la enfermedad, la enfermedad potenció su manera de ser todavía mucho más”.

 P: ¿Ahora te estamos conociendo más a ti?

R: “Sí. Ahora, a través del libro, la gente me está conociendo más a mí. Poco a poco, me estoy abriendo y que la gente me diga cómo se siente al haberlo leído o que se ve reflejada con mi historia también, no me cura la herida porque siempre va a estar ahí, pero me ayuda a amortiguarla. En este libro cuento mi parte, ahí están mis reflexiones y mis sentimientos como acompañante. Creo que todos los acompañantes de enfermos deben sentirse más o menos así”.

P: Vuestra relación de hermanas era muy especial. ¿Eres consciente de que no todos los hermanos se quieren así?

R: “Esto me lo ha dicho mucha gente. Que no por el hecho de tener un hermano, debes tener una relación especial con él o ella. Nosotras éramos hermanas de sangre, pero también forjamos nuestra propia relación. Elena y yo éramos amigas, compañeras, lo éramos todo. Teníamos muchos gustos en común, los mismos gustos, nos gustaba hacer los mismos planes. Y, aunque nos llevábamos casi 6 años, Elena era muy madura. No todo el mundo vive las cosas tan bonitas que nosotras vivimos juntas”.

Hay hermanos de sangre y hermanos que forjan su relación. Elena y yo éramos amigas, compañeras, éramos todo

P: Hace poco, has estado en la gala de los Elle Cáncer Ball. Has venido a Madrid, sin Elena. Supongo que ahora es duro hacer todos esos planes que os encantaban, sin ella.

R: "Es difícil venir a Madrid. Dicen que lo que más duele son las primeras veces, pero a mí me dolió la primera, la tercera un poco menos, la quinta mucho más… Como ya he dicho, los duelos no son lineales. A ella le gustaba mucho venir a Madrid y siempre sacaba fuerza para hacerlo. Ella me inculcó el disfrutar de la vida y a mí me encanta cuando voy por la ciudad y la gente se me acerca para hablarme de mi hermana. Me llena de orgullo porque las personas que son tan recordadas como ella, nunca mueren”.

P: En la parte final del libro, dices que Elena te dijo todo lo que tenías que hacer cuando ella se fuera. ¿Qué es lo que te pidió?

R: “Me dijo cosas muy íntimas y también me dijo que escribiera este libro. También que siguiera apoyando la investigación contra el cáncer y, aunque no me lo pidió, también estamos rodando un documental sobre su vida, para que este legado audiovisual quede para siempre. A través de la beca que creó ella misma, vamos a donar otros 80.000 euros para la investigación contra el Sarcoma de Ewing gracias a las ventas de su Baby Pelón, el más vendido de toda la historia de Juegaterapia. Estoy involucrada en proyectos de prevención, de ayuda a los supervivientes y de atención psicológica, tanto a los pacientes de cáncer como a sus familiares.  Unirme a todo esto me ayuda porque no quiero que más hermanas como nosotras tengan que separarse.

P: ¿Fue sanadora la despedida?

R: "Sí porque, aunque tuvimos conversaciones muy duras, también fueron muy bonitas. Y no todo el mundo puede despedirse".