La cantante madrileña Lola Índigo, cuyo nombre de pila es Miriam Doblas, ha querido confesar a sus seguidores que sufre un trastorno llamado dismorfia corporal, una enfermedad poco conocida que ha cobrado protagonismo en los últimos tiempos. La artista de 31 años reveló este dato durante una de sus últimas actuaciones, en Guadalajara (Castilla La-Mancha).
"Hay una cosa que se llama dismorfia y es cuando empiezas a distorsionar tu propia imagen de tu cuerpo por lo que dicen los demás, por lo que ves en redes sociales, por lo que ves en televisión y, especialmente, cuando estás expuesto a la gente y tu imagen está en vallas publicitarias de ropa interior o bikinis o en revistas", señaló Lola Índigo ante sus fans antes de agregar que a ella le "ha costado muchísimo" quererse.
"Me ha costado muchísimo aceptarme, he tenido que hacer un trabajo que me ha llevado dos años, de amor propio, de autoestima y terapia", precisó. Desde que la cantante habló sobre este trastorno han sido muchos los que se han preguntado por sus síntomas y su evolución.
El trastorno dismórfico corporal (TDC), conocido como dismorfia corporal, es la obsesión excesiva y desproporcionada por la apariencia física. Se agrava con el uso de los filtros que se utilizan en las redes sociales. Según explica la Universidad Católica de Chile en un estudio:
Mireia Cabero Jounou, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), afirma que "las redes sociales, junto con la publicidad, son los medios que más favorecen la exposición pública de cuerpos y la categorización de estos". Esta categorización funciona bien porque, de alguna manera, hemos sido sus consumidores pasivos y la hemos llegado a normalizar, apunta la experta. Pero la búsqueda de la perfección propiciada por estos filtros muy populares en las redes sociales, y que ofrece una imagen irreal, ha provocado un aumento de consultas para realizarse retoques estéticos.
Como deja demostrado la investigación, existe diferencia en la parte del cuerpo afectada según el sexo: en las mujeres son los pechos, los muslos y las piernas, las zonas de mayor preocupación. En cambio, en los hombres predomina la atención a los genitales, la masa muscular y el pelo. Cabero apunta que las fotografías en las redes sociales no son un reflejo de nosotros mismos: "Son nuestras mejores fotos en nuestros mejores momentos y en las mejores posiciones, lo que hace que tomemos una dimensión diferente de nuestros cuerpos".
Los adolescentes son los más vulnerables a este trastorno, que puede presentar estos síntomas; inseguridad, baja autoestima, comparación con los demásl, mirarse compulsivamente en el espejo, uso excesivo de maquillaje o aseo desmedido.
Según Montserrat Lacalle Sisteré, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, “en esta etapa es básica la comparación con otros”. "Buscas grupos de iguales, buscas tu lugar. Los referentes externos son muy importantes. Si en esa búsqueda tienes referentes que no son reales, estamos perdidos: te comparas con algo que no existe y tu nivel de exigencia es tremendo", subraya.
Los filtros en selfies pueden empeorar aún más los casos de TDC "porque nos muestran como un ideal algo que no es perfecto, sobre todo porque no es real". "No me estoy comparando con la modelo de cuerpo perfecto, sino con un montaje de Photoshop. Y al final las cosas se complican tanto en el interior de nuestras cabezas, que el trastorno dismórfico corporal acaba necesitando de la ayuda de un profesional con el que se puede trabajar la aceptación de uno mismo", sentencia la experta.