El escritor Luis Díaz: “La incapacidad de comunicarme con mis amigos me ha creado mucho malestar”

  • Hablamos con el escritor Luis Díaz, quien acaba de publicar ‘Los bloques naranjas’

  • Un libro en el que indaga en la incapacidad que tienen muchos hombres –él mismo también– para expresar sus sentimientos

  • Cuenta todos sus pensamientos y rompe con varios tabúes, como el deseo sexual entre amigos

Por lo general, los hombres –especialmente cuando son jóvenes– tienden a no contar sus sentimientos. La mayoría de las veces, incluso son incapaces de mostrar cómo se encuentran con sus círculos más cercanos. Algo que, según el escritor Luis Díaz (Alcalá de Henares, 1994), se debe a los roles de género impuestos por el patriarcado y la heteronorma.

Él, que también sufrió y sufre esa imposibilidad de comunicación con sus amigos, la ha explorado en su nuevo libro Los bloques naranjas. Una obra de ficción en la que el narrador cuenta lo que pensó y sintió de sus amigos durante varios veranos de su juventud, pero nunca se atrevió a comunicarles. Todo ello escrito con un tono muy poético, ya que la intención del autor es mostrar las cosas sin nombrarlas.

P: El libro nace de la idea de explorar aquello que no dijiste a tus amigos, de lo que queda secuestrado en los sentimientos.

Quería hablar de la amistad desde la incomunicación, que es algo muy típico entre los grupos de chicos jóvenes. De la incapacidad de verbalizar las emociones y los sentimientos.

P: ¿Por qué crees que sucede esto?

Como respuesta corta, diría que es una consecuencia del patriarcado y de la heteronorma. Se debe bastante a los roles de género. No hablo ya de expresar afecto, sino de contar cómo te sientes, si estás mal.

P: ¿Cuánto ganaríamos los hombres en nuestras relaciones de amistad si aprendiéramos a relacionarnos más sanamente?

El proceso de escritura surge porque la incapacidad de comunicarme con mis amigos me ha creado mucho malestar. Creo que todo eso se podría reducir si aprendiéramos a hablar entre nosotros.

P: También hablas del deseo sexual entre amigos. Un tema tabú en estas relaciones.

Hablo de ese deseo que pocas veces se ha verbalizado. Algo que es normal que suceda, ya que es fruto de la proximidad, de pasar tiempo con los amigos. Un tema tabú del que por ejemplo muchas autoras hablan sin problema y sin reparos. Como podemos ver en Panza de burro, de Andrea Abreu. Cuando lo vemos ahí, no pensamos que esa persona sea homosexual, que podría serlo, pero lo vemos como algo menos complejo, no tan binario. Sin embargo, en el caso de los hombres, se vuelve más complejo porque es tabú, no hay matices al respecto.

P: Ese no expresar sus sentimientos del protagonista en el presente, se redime en un futuro inventado en el que sí que se abre a sus amigos.

En la última parte reflexiono sobre todo aquello que no dije, que ya no hay manera de remediar. Utilizo ese futuro para hablar de que realmente sí se pueden cambiar las cosas y la manera que tenemos de ser. Y que aunque actuemos mal, siempre podemos progresar y darle una vuelta a esta manera de relacionarnos.

P: También hablas de la imposibilidad de que esa amistad dure así para siempre.

Es un libro nostálgico sobre los veranos que dedicabas a tus colegas. Una obra sobre haber intentado hacer las cosas de otra manera.

P: Dentro de esa vorágine, hay espacio para que el narrador se entienda a sí mismo.

La voz que va desarrollándose a lo largo del libro tiene esa capacidad autoreflexiva que en ese momento de la vida no se tiene. Algo que se gana a lo largo de tiempo y gracias a la memoria. Juega con la posibilidad y la ventaja de poder ver las cosas con perspectiva.

P: Dentro de esa desnudez que hay en toda la obra, hablas sin tapujos de la depresión.

Al final todo esto guarda relación con el momento vital de incomprensión del mundo, con la incapacidad de comunicar las cosas, con el entorno que se habita, es decir, la ciudad como espacio agobiante, la falta de expectativas de futuro… todo esto hace que sientas ese miedo, esa depresión que deriva en malestar psicológico.

P: Como dices, en la obra tiene mucha importancia el lugar. En este caso la ciudad, que es casi un personaje más ¿Por qué?

Como dices, la ciudad es casi como un personaje porque quería mostrar estas relaciones en el espacio urbano. Creo que la ciudad condiciona la forma de relacionarlos y de ser y que muchas dinámicas de nuestras vidas solo tienen sentido en las dinámicas capitalistas de producción y trabajo. Ciudades como Barcelona y Madrid no tienen sentido fuera de estas lógicas. Me parecía muy interesante generar un paralelismo entre la ciudad y la masculinidad, dos estructuras no elegidas que ya estaban aquí antes que nosotros.

P: Después de haber escrito y reflexionado sobre ello, ¿te sientes más liberado?

El libro me ha servido para pensar, para reflexionar. Aunque creo que no me ha liberado porque sigo trabajando en ello.