Rocío Quillahuaman: “Esa es la triste realidad del racismo: que te acabas odiando porque te odian”

  • Hablamos con Rocío Quillahuaman, quien acaba de publicar 'Marrón', un libro de memorias en el que repasa lo más duro de su vida

  • Un obra también critica al mundo racista y misógino en el que vivimos

  • Todo ello, contado con el humor y la rabia de sus famosas animaciones

La llegada de Rocío Quillahuaman (1994, Lima) a España desde su Lima natal no fue nada fácil. A sus diez años, tuvo que experimentar cómo en la aduana le destripaban un peluche de Winnie de Pooh que le habían regalado en el colegio de su Perú natal. Todo para buscar droga en él. A partir de ese primer momento la cosa no mejoraría mucho, ya que poco a poco se fue haciendo consciente de que vivía en un país racista y misógino. Tanto que consiguió que incluso ella se rechazara a sí misma.

Casi veinte años después, y ya convertida en una creadora de animaciones e ilustraciones reconocida, se ha enfrentado a su pasado y ha conseguido encontrarse a sí misma. Un viaje difícil que muestra en Marrón (Blackie Books), un libro de memorias donde repasa los momentos más importantes de vida. Todo ello con el humor y la rabia que le caracterizan.

El libro lo empiezas diciendo que te ha costado muchas lágrimas escribirlo. ¿Por qué?

"Por muchas razones. La primera es que no soy escritora, por lo que el proceso fue muy duro. Tenía muchas inseguridades todo el rato. Y luego porque no era escribir cualquier libro, sino que era de mi propia vida, sobre cosas del pasado que quizá no quería afrontar. Tuve que tener mucho apoyo para enfrentarme a ello. También está el tema de que tenía que compaginar mi trabajo con la escritura y encontrar el estado mental para hacerlo".

Un recorrido vital que empieza en Lima cuando eras una niña. Allí vivías de una manera que quizá es difícil comprender en este lado del mundo, por lo que te apoyas en las anécdotas para que se entienda mejor. Como que en tu casa poníais sillas con tapas de cacerolas en las puertas por si entraba alguien por la noche. Que esa era vuestra “alarma”.

"Esa era la realidad para mí y, cuando llegué a Barcelona, la nueva vida fue un shock. Todo esto después se me fue olvidando –ahora llevo casi 20 años aquí– hasta el punto de que me sentía fuera de sitio cuando volvía. Como que no encajaba. Ya no sabía cómo moverme por allí. Es un tema complicado el de emigrar y adaptarte a las nuevas realidades".

Una no pertenencia que también te ocurre cuando llegas a Barcelona. Algo que hace que no te sientas de ninguna parte.

"Era extraño porque no quería ir a Perú, pero tampoco me sentía bien aquí. Era un no saber de dónde era o dónde estaba. La casa en la que vivía con mi madre y mis hermanas era el único sitio que sentía como hogar. Tenía como una doble vida: en mi casa hablaba con la jerga peruana y con mis amigas hablaba como aquí. He crecido pensando que he tenido una doble vida. Ahora he normalizado mi lenguaje y no tengo casi ni acento, hablo una mezcla de las dos cosas. Pero estoy más cómoda".

El libro es también una muestra del racismo con el que convivimos y que incluso tú tienes integrado.

"Para mí era importante hablar de esto en el libro. Lo primero que hice fue mirarme a mí misma. Yo me sentía muy culpable, como cuento en el capítulo en el que me intento quitar una mancha. Este era un recuerdo que quería haber borrado y al que no acceder nunca. Pero por eso mismo supe que era importante meterlo en el libro.

Cuando leí un relato de la escritora Gabriela Wiener que explicaba algo parecido, me ayudó mucho. Por lo que pensé que narrarlo yo podría ayudar a otras personas. Hubo un momento en mi vida en el que me rechazaba porque me rechazaban desde fuera. Esa es la triste realidad del racismo: que te acabas odiando porque te odian. Y para sanarlo, primero hay que enfrentarse a cómo te sentías y luego trabajarlo".

Un racismo que te lleva a perrear sola a espaldas del resto. Para ti era una vergüenza porque venía de tus raíces.

"A mí me encantaba toda esta música cuando no estaba de moda. Pero es que además tenía el componente de clase: era la música de los pobres en Perú también. Es algo que está en mi cerebro, se escuchaba en todas las calles y en las tiendas. A día de hoy es cosa de ricos y ya nadie se avergüenza. Esa culpa tenía mucho componente de clase también".

O no te pones determinados colores porque como te dijeron una vez, “no te sientan bien”. ¿Cómo comentarios que pueden ser tan inofensivos en otras personas pueden hacer tanto daño?

"Creo que esto se debe a la falta de empatía. Una inconsciencia algunas veces no malintencionada que no mira otras realidades, ya sea de clase, de género o de raza. Algo que se debe a los privilegios que muchos tienen. De ahí salen esos comentarios. Y fíjate el poder que pueden llegar a suponer. Sobrellevar todas estas cosas es agotador. Cuando escribía el libro y me acordaba de todo esto, ya era cansado. Echando la vista atrás, con solo 28 años, he vivido bastante. Yo empecé a madurar a los seis años, por lo que me ha tocado vivir cosas que no debería. Pero no me tocó esa realidad ni a mí ni a otra mucha gente".

¿Cómo te ha marcado todo esto en tu vida? ¿Tanto el racismo como la clase?

"Si no llego a escribir el libro, quizá no me doy cuenta nunca de esto. Es muy coherente la historia de mi vida y las cosas que hago. Como la rabia que hay en mis animaciones. Cuando exteriorizo todo esto, tiene sentido. Por eso es tan importante en mi caso la creatividad como forma de desahogarme. Me sirve mucho explicar a través de las animaciones una situación de racismo, por ejemplo. Gritar y quedarme a gusto. Va más allá del ejercicio artístico".

Todo ello, lo cuentas con cierto humor. Como el que desprenden tus animaciones.

"Mi madre y mis hermanas son personas con mucho sentido del humor. Cuando vivíamos juntas, todo el rato estábamos haciendo bromas. Por ello forma parte de mí, siempre estoy haciendo bromas. Además, creo que es una herramienta para recuperar el poder que te han quitado".

También es una carta de amor a tu madre.

"Mi madre es un pilar de mi vida y por ello tenía que estar en el libro. Aunque no hubiese querido. Para mí era muy importante explicar su realidad: la de ser una cuidadora y limpiadora. Una realidad que tienen otras muchas mujeres también. Esto creo que es algo que no he visto mucho y cuando ha pasado, no son personas que han vivido esa realidad. Yo sí que he ido con mi madre a limpiar casas y he vivido con ella, he visto cómo la tratan, cómo lo sufre, su precariedad… por eso era muy importante que ella esté en el libro. Ella sí que podría haber escrito una obra de memorias de 500 páginas".