BRESH no es tan solo una fiesta es una experiencia que ha tomado al mundo por asalto. Se ha convertido en una fiesta imperdible; la fiesta en la que todo el mundo quiere ser parte.
Fue el 24 junio del 2016 que se celebró la primera fiesta BRESH en Buenos Aires, Argentina. Ya han pasado siente años y una pandemia desde que “la fiesta más linda del mundo” comenzó. Ahora, su director artístico hace balance de su éxito alrededor del planeta y desvela en primicia las novedades que están aún por llegar.
-¿De dónde viene la pasión por la música?
Tanto yo como todos los que componemos el equipo de la BRESH, somos fanáticos del arte en general. Desde muy temprana edad estuvimos marcados por la música y por todos los estilos: valoramos desde Led Zeppelin hasta Dady Yankee, RBD o Disney. En ese sentido, siempre fuimos un grupo que responde a una generación con un gusto muy amplio.
Crecimos yendo a todo tipo de fiestas de electrónica, al teatro, somos chicos estudiosos, nos interesamos por la política… E intentamos poner en común todo eso que nos llamaba la atención. Por eso, hemos conseguido una marca que se celebra en más de quince países con un gusto y una estética muy característica.
Mis padres, que tienen sesenta años, también van a la BRESH porque es una fiesta intergeneracional.
-¿La BRESH celebra el fin de los prejuicios que giraron en torno al reggaetón durante décadas?
Yo, que tengo treinta años, también viví esa época en la que era ‘cool’ ser amante de la electrónica, por ejemplo, pero se miraba por encima del hombro a los que amábamos el “dame más gasolina”. Por suerte, ahora vivimos una generación en la que la gente no quiere que las cosas estén catalogadas como bien o mal: ya no es incompatible que te gusten las canciones de ‘El rey león’ con el consumo de ópera y eso está bueno.
¿Quién va a la BRESH? La gente más o menos fresa, la gente que pertenece al colectivo LGTBIQ+ o la que no… ¡Vienen todos y esa es la verdadera inclusión! Celebramos que se reúne todo tipo de gente en un mismo espacio. La BRESH deja de ser una fiesta para ser una forma de disfrutar.
Hay algo de la BRESH que abraza a todo el mundo.
-¿Por qué BRESH? ¿Qué es BRESH?
No sé… Siempre nos hacen la misma pregunta y la verdad es que no sé responderla. La realidad es que nace un poco de la cultura del grafiti, algo que le apasiona a uno de mis colegas y creador de la fiesta. También es fanático de las marcas y todas ellas tienen un nombre con fuerza, algo que comparten con BRESH: cinco letras que se pronuncian con furia y ataca a los sentidos. Suena a cerveza importada, es global.
-La pregunta del millón: ¿cuál es la clave del éxito?
Armar equipos. La verdadera razón por la que la BRESH es exitosa es porque no somos solo cinco personas que la idearon, sino trescientas que la sacan adelante. Hay un compromiso compartido que hace que tengamos todos ansias de ganar, y no solo dinero sino algo que tenga un impacto y un sentido en la sociedad. El objetivo de la BRESH es comercial, pero al mismo tiempo es más humano ya que queremos transformar la sociedad desde un espacio en el que la gente conecte de forma segura.
-¿Por qué los artistas se animan a impulsar la BRESH?
Intentamos generar vínculos con ellos y que de algún modo se sientan cómodos y bienvenidos. Tienen una vida muy complicada porque al ser públicos pierden parte de su privacidad. Tomar una copa y bailar con sus amigos en una discoteca se convierte en algo difícil para ellos porque normalmente los ponen en la mesa del medio, pero estando en la BRESH no. Eso también ayuda a que los cantantes generen vínculos entre sí y decidan colaborar en un futuro.
Ni que hablar de toda esa gente que ahora mismo está en el público y mañana será mucho más importante que Bad Bunny. La verdadera protagonista de esta fiesta es la gente porque tiene espíritu propio y abiertas a la experiencia, es por eso que los artistas se animan a regalarles un momento único cuando pillan el micrófono y deciden por sí mismos salir al escenario.
-Antes era una fiesta más exclusiva y ahora ha evolucionado su importancia y significado, ¿temor a que se desvirtúe el concepto?
Sí, obvio. Tenemos el convencimiento de que con la BRESH podemos cambiar el mundo y revisamos todo el tiempo qué hacer para que alcanzar ese objetivo.
Aunque la gente lo pase bien y nos dedique comentarios muy positivos, en la dirección vivimos una insatisfacción casi enfermiza porque queremos mejorar cada detalle de lo que hemos creado.
-¿Cuánto se puede ganar con la organización de una mítica fiesta BRESH?
Dependiendo del lugar en el que se celebre porque cada país tiene una cultura y una forma de festejar diferente. No funciona así, pensando solo en dinero.
-¿Qué otros países les gustaría colonizar?
Ojalá el día de mañana podamos hacer una fiesta en absolutamente todos los países del mundo. Ahora estamos intentándolo en Inglaterra y Francia, pero sería muy bonito ir a Asia, China, Corea, Australia o poder hacer la primera en África.