El cómico y presentado Manu Sánchez anuncia el “fin de la quimio”
Manu Sánchez anuncia el final de su tratamiento de quimioterapia
"El camino es duro, muy duro…pero está mereciendo la pena. Hoy termina una etapa"
El humorista Manu Sánchez relata el momento en que supo que tenía cáncer: "Tuve frío, mucho frío, no he tenido más frío en mi vida"
“Fin de la quimio. Hoy es un gran día.
El camino es duro, muy duro…pero está mereciendo la pena. Hoy termina una etapa. Llega un nuevo comienzo. Lo estamos consiguiendo. Gracias a quienes no me soltáis.
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Campana y #NoSeAcabó…la gran noticia cada vez está más cerca…”
El presentador y humorista andaluz Manu Sánchez ha dado una buena noticia, el tratamiento de quimio para tratar el cáncer que padece ha terminado, según ha informado el propio Manu en sus redes sociales.
Manu ha querido mandar el mensaje junto a un vídeo donde aparece la campana de los sueños; "Hazme sonar y comparte con todos tu alegría por las buenas noticias"
El pasado 30 de mayo el presentador anunció, también a través de sus redes sociales, que le habían detectado un cáncer testicular por el que había comenzado un tratamiento intensivo. Desde entonces Manu Sánchez ha ido explicando a sus seguidores los procesos en los que estaba y cómo se estaba sintiendo.
Sánchez ya comentó que utilizaba sus redes sociales porque “en todas las casas no siempre pasan cosas buenas, y quería contar yo lo que es, y que nadie cuente lo que no es”
Con la esperanza de que con el final del tratamiento sea un paso más para que desaparezca el cáncer, han sido cientos de mensajes los que ha recibido dándole fuerza y ánimos.
Momento en que Manu Sánchez supo que tenía cáncer
Fue el 19 de abril cuando supo que tenía cáncer. “Aún no sabíamos dónde, cuándo, cuánto, ni cómo venía. Me fui corriendo al Hospital y tras tragarme sin masticar la noticia, decidí varias cosas”, cuenta, explicando que la primera fue “volver al teatro”, hacer el programa que tenía y rodearse de los suyos. “Pocas veces he tomado una decisión más acertada, pocas cosas más sanadoras que la reunión de amigos y amigas, profesionales dejándose la piel por la cultura, la música, la excelencia, la diversidad, el compromiso y la alegría”, expresa.
La segunda decisión fue “no contarle nada a nadie hasta no saber el nombre y los apellidos, hasta no desvelar ante qué estábamos y cómo venía”. Y en ese punto, revela que era “al día siguiente” cuando estaban “en monitores” y, justo el 21 de abril, dos días después de enterarse de la peor noticia, nació Leonor: “Fui papi de nuevo. No sé si a mucha gente le ha pasado ver la muerte y la vida (en ese orden) desde tan cerca y tan seguidos. La montaña rusa de emociones aún la estoy digiriendo y llegado su momento os la contaré con más detalles, pero sobre todo tenía claro que a Leonor yo no podía robarle su alegría. Ella ha nacido feliz, trayendo felicidad, llegando a una familia feliz, con familias y amigos felices, colores, globos, celebración y alegría, mucha alegría. Abrazos, besos, mensajes, visitas, regalos, llantos de emoción, entusiasmo y alegría. Mucha mucha alegría, la que ella se merecía y créanme… la que yo necesitaba”.
Relatando cómo fue el momento en que supo que tenía cáncer, y volviendo a aquel instante en el que se enteró, Manu Sánchez explica: “El 19 de abril en aquel aparcamiento del Talento tuve frío, mucho mucho frío. Frío, yo no he tenido más frío en mi vida. Fuera brillaba el sol, pero yo tenía frío. Mucho, mucho frío”.
“Tras demasiadas semanas con un dolor de espalda que me hacía la vida normal cuesta arriba y el descanso imposible, comencé una serie de pruebas interminables para encontrar la causa: resonancias, radiografías, electros, análisis y un largo etcétera que me ha hecho pasar por las manos de reumatólogos, endocrinos, fisioterapeutas y un sinfín de especialistas que reconocían no tener en sus manos la causa de mi dolor ni por lo tanto la solución”, cuenta, señalando las dificultades encontradas hasta llegar al diagnóstico.
“Cuantas más cosas estaban claras que no eran, menos cosas quedaban por poder ser. Así que mientras seguíamos subiendo y subiendo las dosis de morfina para poder ser, estar y aparecer, nos iban quedando solo las posibilidades más feas. Aquel 19 de abril se confirmó, pero no fue hasta el 2 de mayo cuando supimos cuál era el alcance. Esos días y sobre todo esas noches de en medio no se las deseo a nadie. Ha sido imposible no imaginarse lo peor y por eso ahora saber que lo peor no es ni será, como os prometía al comienzo, es tranquilizador”.