Este pasado miércoles, 21 de junio, faltaban dos minutos para las cinco de la tarde cuando dábamos oficialmente comienzo al verano, una época esperada por la inmensa mayoría de los españoles para disfrutar de las vacaciones.
La época estival, además de las altas temperaturas y los viajes de ocio, también se caracteriza por las celebraciones en muchos lugares de nuestra geografía. Y una de las más importantes del año es la que tiene lugar en la noche de San Juan, del 23 al 24 de junio. De hecho, es festivo en algunas comunidades.
Las grandes protagonistas de la madrugada de San Juan son las hogueras. Aunque ahora se ha convertido en una noche para celebrar con amigos y familia, su origen es muy distinto. Se trata de una fiesta pagana cuyos inicios están en la llegada del solsticio de verano.
El significado del fuego es que purifique, queme lo viejo y, sobre todo, rompa con lo negativo. El objetivo es dar pie a nuevas oportunidades y pedir deseos a cumplir. En cuanto malo a lo que se quema, lo malo se suele representar en muñecos hechos a base de paja, trapos o papel.
Los dos elementos básicos de dicha celebración son el fuego y el sol, y el hecho de encender las hogueras es una vieja costumbre de un antiguo culto a este último. Se buscaba así darle fuerza para seguir iluminando el resto del año y, al mismo tiempo, se reclamaba a los dioses un futuro halagüeño para las personas enamoradas.
Años más tarde, según indica el diario As, el cristianismo la trasladó a la fecha en la que la Biblia data el nacimiento de San Juan Bautista. En España, cuenta con más tradición en la costa mediterránea, con especial mención a Alicante, y en las comunidades norteñas de Galicia y Asturias.
En cuanto a las hogueras, el principal ritual es el de saltarlas, aunque el número de veces varía según la zona. Además, los estudiantes aprovechan también para quemar los libros y apuntes viejos, una vez finalizado el curso. En cuanto al mar, también tiene su protagonismo. Muchos deciden bañarse, en lo que supone un símbolo de purificación.