Decía Antonio Gala que "a la política se dedican los que no sirven para otra cosa". El escritor era muy crítico con la política, por eso quizás llama la atención que, ironías de la vida, el destino ha querido que el dramaturgo haya dejado el mundo terrenal un día como este domingo de elecciones municipales, unos comicios convulsos marcados por la compra de votos, los secuestros y las agresiones entre candidatos de partidos políticos rivales y sus familiares.
Sin embargo, la muerte de Antonio Gala no ha pillado desprevenidos a sus más allegados, quienes ya sabían que su salud estaba bastante desmejorada desde que allá por 2011 le detectaran un cáncer linfático. Una enfermedad que él mismo anunció que había superado por completo en 2014, pero que le apartó de la vida pública durante los últimos casi 10 años.
El escritor, que nació en Brazatortas (Ciudad Real) pero que se trasladó a Córdoba junto a su familia a los 9 años, concedió contadas entrevistas y su aparición en actos culturales se había reducido a lo mínimo, aunque seguía manteniendo su extensa producción literaria y jamás abandonó su vocación, publicando en 2019 su último libro de poemas, titulado 'Desde el Sur te lo digo'.
En los últimos tiempos, Antonio Gala vivía recluido en su casa de Córdoba capital, ubicada en un antiguo convento de la calle Ambrosio de Morales. Un edificio que a comienzos del siglo XXI convirtió en refugio para jóvenes creadores de diversas disciplinas artísticas. De hecho, por allí han pasado algunos de los mejores escritores y pintores de los últimos 20 años a los que ofrecía alojamiento y comida para que solo se tuvieran que preocupar por crear sus obras.
Esos libros de antiguos becados de su fundación eran sus lecturas favoritas y así era como pasaba los días a los 92 años: entre novelas clásicas, los periódicos que leía con ávida curiosidad y las obras de artistas jóvenes que le permitían mantener su vitalidad y espíritu vivarachero.
Antonio Gala era un hombre de personalidad elegante y así lo demostraba en cada acto público donde siempre lucía la misma indumentaria de manera impecable. Un pañuelo atado al cuello y sus inseparables bastones -hay quien dice que tenía más de 3.000 bastones-. También demostró su carácter complicado y se enfrentó a otros escritores coetáneos y en sus múltiples entrevistas con el periodista Jesús Quintero, que murió también hace unos meses, mostró sus pensamientos más íntimos.
Su residencia de verano, la Finca de La Baltarasana -hoy convertida en Casa Museo- en el municipio malagueño de Alhaurín el Grande, fue cuna de muchos de los libros con los que alcanzó fama mundial, como su primera novela, ganadora del premio Planeta, 'El manuscrito carmesí', o 'La pasión turca', otro de los más conocidos del poeta.
Hoy el mundo de la cultura está de luto. Políticos, artistas y personajes públicos han querido mostrar su pésame a través de las redes sociales. También serán muchos los que este lunes se acercarán hasta su capilla ardiente, ubicada en la Fundación Antonio Gala en Córdoba.
Porque muere el dramaturgo, novelista, poeta y ensayista. Muere uno de los grandes literatos de los últimos dos siglos. Sin embargo, sus obras y sus frases más célebres quedarán por siempre en la memoria de sus seguidores. Como aquella con la que se definió a sí mismo: “Se iba a titular 'Autorretrato con paisaje al fondo', pero al final se va a llamar: 'No os mováis, conozco la salida'”.