Hablar de suicidio y de menores no es algo para lo que estemos preparados. La salud mental ha sido siempre un tema tabú del que ni medios ni políticos se atrevían a hablar en espacios públicos hasta hace muy poco. El caso de las gemelas de Sallent ha despertado algunas conciencias y puesto de manifiesto la grave situación que se vive en colegios e institutos españoles por culpa del bullying o acoso escolar. Marta Múgica, psicóloga clínica y educativa de un colegio de Madrid, nos da las claves y herramientas para prevenir y actuar ante este tipo de situaciones.
Las niñas, de 12 años de edad y origen argentino, decidían saltar por la ventana de su casa por el bullying continuado que recibían en su instituto. Una de ellas, Alana, ha fallecido y la otra, Leila, se encuentra hospitalizada y en estado crítico. El abuelo de las menores asegura que el acoso comenzó al poco tiempo de mudarse a España. El racismo fue la primera causa. Más tarde, cuando Alana pidió a sus compañeros que comenzasen a dirigirse a él como Iván, la situación se agravó, siendo la LGTBIfobia y la transfobia los siguientes motivos para torturar mentalmente al joven.
Aunque el centro educativo y desde el Departamento de Educación de la Generalitat nieguen tal acoso, un familiar de las Gemelas de Sallent asegura que ambas recibían apoyo psicológico del instituto y los servicios sociales seguían su caso. Mientras los investigadores hacen su trabajo y esclarecen las causas de este terrible suceso, desde Yasss nos preguntamos qué es lo que pudo fallar para que la vida de las hermanas haya terminado de manera tan trágica.
Además, este no ha sido el único caso de bullying, suicidio y menores del que se ha hablado en los últimos días. En Valencia, todo el equipo directivo de instituto La Morería de Mislata dimitía en bloque como protesta ante la falta de respuesta por parte de la Conselleria de Educación tras encontrarse con 15 casos activos de alumnos por los que se ha tenido que activar el protocolo antisuicidio o por conductas autolesivas.
Según un informe realizado por la Organización Mundial de la Salud junto a Naciones Unidas, las muertes por propia voluntad representan la segunda causa de fallecimientos entre los jóvenes de entre 15 a 29 años, después de los accidentes de tránsito. Y no dejan de crecer. Según explican, el acoso escolar es el culpable de unas 200.000 muertes de jóvenes al año.
Nos encontramos ante un problema real. Existen protocolos, sin embargo, algo está fallando. Las políticas, claves y herramientas para evitar el acoso escolar y que casos como el de Iván y Leila tengan tal fatal desenlace puede deberse a la mala aplicación de las mismas. También a la falta de medios y de profesionales en los centros educativos (tanto públicos como privados), que muchas veces cuentan con un elevado ratio de niños para los pocos psicólogos y orientadores contratados.
Múgica asegura que el acoso escolar debe prevenirse cuanto antes, sin embargo, a partir de los ocho años es cuando realmente en el cerebro de los niños empieza a haber esa intencionalidad que da lugar al acoso como tal. Por ello, hace hincapié en la importancia de prevenir durante las primeras etapas del desarrollo, ya que “en muchas ocasiones”, como en este caso, “es tarde”.
“Los niños desde las primeras etapas de primaria pueden comenzar a tener conductas disruptivas hacia otros compañeros”, explica la experta. “La clave es la detección y el hecho de que, en ocasiones, los adultos de referencia como profesores o familiares no son conscientes de la importancia del problema”, añade.
La psicóloga resalta la relevancia que tiene poder detectar esto y hablar con los jóvenes cuando ellos no son capaces de hacerlo, ya que no todos los niños y adolescentes se sienten con la fuerza y el valor suficiente como para pedir la ayuda de adultos o de un profesional.
También pone el foco en aquellos que acaban convirtiéndose en “espectadores” del acoso, cómplices que “refuerzan la conducta del acosador mediante risas o directamente no hacen nada”. Para ella, esas “terceras personas” son clave a la hora de prevenir casos de bullying como el de las gemelas de Sallent, ya que “en muchas ocasiones son los que pueden llegar a dar la voz de alerta”. “En esto todos tenemos nuestra responsabilidad”, afirma.
Los expertos en salud mental y en educación cuentan con una serie de herramientas para la prevención del suicidio en menores. Estas son variadas y diferentes según el caso. Marta Múgica destaca, entre otras, las “dinámicas de grupo desde la primera infancia sobre emociones, empatía, convivencia”….
“Por otro lado, es muy importante la sensibilización del grupo y la formación del profesorado. Además, es muy fundamental invertir en el Departamento de Orientación pues son la clave para cortar esta situación e intervenir si es necesario guiando al profesorado”, puntualiza.
La especialista nos cuenta que existen diferentes indicadores que pueden alertar tanto a padres, como profesores, amigos y compañeros de que algo está fallando. El absentismo escolar o una bajada en el rendimiento académico suelen ser algunas de las primeras señales. Pero también existen otros factores, como pueden ser un cambio de actitud, soledad e introversión, retraimiento llamativo, tristeza, temor a hablar del tema o el desinterés y la apatía.
Aunque el acoso puede tener su raíz en diferentes motivos o causas, no existen ‘grados’ de acoso. Ni siquiera en casos como el de Leila e Iván, que han terminado de la peor manera posible. “Hay bullying o no”, explica la psicóloga. “En el momento en el que se detecta debemos intervenir y cuando no hay, o hay sospecha, es momento de prevenir”, añade.
“A nivel legal es lo mismo que haya una agresión física que una verbal, se penalizan todos de la misma manera porque las consecuencias son iguales en todos. Esto es como el maltrato físico y el verbal. Existe más riesgo de que una persona se suicide por culpa del maltrato verbal. Por eso no hay diferentes tipos de bullying. Es bullying o no es”, recalca
Sí existen en cambio diferentes protocolos de actuación, que deben activarse y aplicarse si, por ejemplo, existe riesgo o sospecha de intentos autolíticos, como ha ocurrido en este caso.
“Cuando el bullying se detecta se debe abrir un protocolo de acoso, el cual está dividido en diferentes anexos y el cual debe comunicarse a Fiscalía de Menores, así como a la administración correspondiente”, cuenta la experta.
Además, en el aula “hay que diseñar un plan de intervención para trabajar con el grupo y sensibilizar sobre la situación”. Por supuesto, “también hay que trabajar con el acosado e intervenir con él”.
“El ojo suele ponerse en la víctima pues hace conductas llamativas como las que se han nombrado anteriormente, y, por desgracia tiene una herida que hay que sanar. Sin embargo, cuando el grupo comienza a “despertar” y es consciente de la situación, el clima convivencial cambia. Y ninguno es señalado. Lo importante es la convivencia”, cuenta mientras habla de la posibilidad real que existe de reeducar al grupo y a aquellos que durante un tiempo fueron acosadores.
Aun así, hay veces que los mecanismos fallan. Por ello es crucial estar atento y actuar con rapidez ante la mínima sospecha de intento de autolesión o si directamente existe un elevado riesgo de suicidio:
“Lo primero es informar a la familia y derivar al servicio externo de salud Mental, psicología y psiquiatría. La seguridad del menor es lo primero. Además, dependiendo de las comunidades existen protocolos de prevención de intento autolítico”.
Tipos de bullying:
AGRESIONES EMOCIONALES:
CIBERBULLYING:
ACOSO SEXUAL:
VIOLENCIA DE GÉNERO:
LGTBIFOBIA: