Yubia, sobre el machismo en el mundo del grafiti: “A muchos chicos no les sienta bien que una mujer pinte mejor que ellos”
Hablamos con la graffitera e ilustradora Yubia sobre cómo fueron sus inicios en este mundo hace 20 años
Sus obras son fácilmente reconocibles porque están llenas de colores y formas amables, un estilo que contrasta mucho con los graffitis a los que estamos acostumbrados
También nos habla sobre el machismo que existe en este arte
Desde que tiene recuerdos, a Yubia siempre le ha gustado dibujar. Pero no fue hasta los 17 años cuando comenzó a hacer graffitis. Una afición que a día de hoy ha profesionalizado y que, al combinarla con el muralismo y la ilustración, se ha convertido en su modo de vida. También gracias a la colaboración con diferentes marcas. Como la que ha llevado a cabo con The Art Company con su diseño de las botas #ARTPEOPLE, motivo por el que hemos hablado con ella en Yasss.
Para los que no la conozcan, sus dibujos se caracterizan por estar hechos con formas y colores amables. Un estilo propio, muy reconocible, con el que la artista se siente muy identificada. “Me gustan las formas simples y los colores alegres. Algo que para algunas personas puede parecer infantil, pero simplemente es mi manera de hacerlo”, explica.
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Una forma de dibujar con la que intenta representar sobre todo una cosa: la positividad. “Mi estilo es una prolongación de mi vida. Por ello, está repleto de lo que me agrada. Desde mi comida favorita a referencias de mi infancia, lugares preferidos, música o cualquier cosa que me parece. Me gusta pensar que mi trabajo transmite algo positivo a la gente, aunque muchas veces no entiendan lo que pone o lo que es”, cuenta.
El graffiti: ilegal y libre
Un estilo que, aunque pueda parecer más amable y alejado del más clásico, sigue siendo graffiti. Un arte que para Yubia tiene que ver con poner su nombre en todos los lados, ya que es bajo esta idea con la que se concibió. “Cuando se creó lo más importante era la firma. Después llegaron las piezas y los murales con personajes. Y más tarde el street art, el muralismo, etc. Corrientes que para mí son totalmente diferentes”.
Entiende que a la gente le puedan gustar más los murales con colores y personajes que las firmas o los trenes pintados. Sin embargo, estos últimos son para ella una de las cosas que más le gustan, ya que son el origen de todo lo que ahora llamamos graffiti. “Creo que la mayoría de gente ve ruido en las letras y en mis graffitis no. Algo que se debe a que mi estilo es un poco más amable y quizá por ello más aceptado o comprendido”, explica.
Pero ella no distingue entre unos y otros y defiende que el graffiti no tiene que regularizarse, sino que debe ser ilegal y libre. Aunque le parece buena idea que haya espacios habilitados para creativos. Sobre todo en las grandes ciudades. “Está bien que puedas expresarte en algunos lugares sin ningún problema. Lo único malo es que en esos espacios las piezas duran poco, pero eso es un tema complicado de resolver ya que los sitios son libres”.
Esta concepción más pura del mundo del graffiti es la que ha llevado a no mostrar nunca su cara. “Este arte tiene ese punto ninja de llegar, pintar y que nadie sepa cómo eres”, cuenta. A esto se suma el hecho de ser mujer y que, “si pongo mi físico en redes, sé que voy a tener más seguidores, una cosa que no me agrada del todo”. Por ello, prefiere llegar a la gente por lo que hace y no por su físico, que no es importante.
¿Es el mundo de graffiti machista?
Según Yubia, el mundo del graffiti empezó siendo un territorio de hombres, debido seguramente a su carácter ilegal. Algo que le llevó a vivir situaciones machistas, igual que le pasaba en otras situaciones de la vida por ser mujer.
“He tenido que demostrar siempre más para que me tengan en cuenta. Y muchas veces ser cuestionada, cuando creo que a los de alrededor no se les cuestionaba. Cuando empecé a pintar no era consciente, quizás porque ni sabía lo que era el machismo, pero con el tiempo me he dado cuenta de todas esas situaciones. Ahora me dan igual porque ya que sé quién soy y no tengo que demostrar nada a nadie”, explica.
Lo que sí que le hubiera gustado es haber conocido a más chicas que pintaran, (“que las habían, aunque muy poquitas”, matiza) y tenerlas como referente. Algo que está cambiando a día de hoy, ya que hay muchas graffiteras que le escriben diciéndole que es su referente. “Creo que pese a lo malo, ha merecido la pena el camino y la lucha”, cuenta.
Y finaliza: “También está la parte buena de lo que todos hemos aprendido en estos últimos años. Nosotras, que hemos luchado por nuestro lugar y muchos chicos que no nos han puesto trabas para conseguirlo. Pero bueno, a día de hoy a algunos no les sienta bien que una mujer pinte mejor que ellos”.