Ya han pasado 45 años desde que en 1977 un Real decreto desmontase la estructura de medios de comunicación al servicio del Movimiento, lo que supuso el final de la censura franquista. Un periodo oscuro que afecto a nuestro cine, aunque la última película censurada fuese ya en democracia en 1977, El Crimen de Cuenca, de Pilar Miró.
Las tijeras de los censores no solo impedía a nuestros creadores contar en libertad sus historias, sino que también eliminaba escenas y contenidos de las películas que trinfaban sin ningún problema en el resto del mundo.
Películas como Casablanca, Gilda o Mogambo sufrieron la ira irracional de los censores que aplicaban las tijeras mutilando historias y dejando tramas sin sentido. El miedo a lo que podrían pensar los ciudadanos estaba en el origen de esta represión que en el caso de los creadores españoles afectó a tútulos tan conocidos como Viridiana o Los jueves, milagros.