Juan Tamariz, el mago del humor, las cartas y su onomatopéyico “chan-tatachán” con el que despierta asombro y sonrisas antes de hacer su número, cumple ochenta años. Y llega a su aniversario en plena forma con la ilusión de celebrarlo con el público, su publico.
Este martes acompañado de su nieto, Daniel Tamariz (campeón de España de yo-yo) y magos como Jorge Blas o Yunke se sube al escenario de la mítica sala madrileña Galileo Galileí para compartir con todos sus ocho décadas de vida.
Entre todos prometen sorpresas y diversión, como no podía ser de otro modo si detrás de todo está Juan Tamariz.
Un mago que ha dedicado su vida a la magia, esa de la que se enamoró con cuatro años cuando sus padres le llevaron a ver un espectáculo de un mago que le encandiló. Pero fueron otros magos, los tres de oriente, los que le dieron sentido a su inquietud al regalarle un juego de magia con el que entretenía a familiares y amigos en cuanto tenía ocasión.
Y aunque en un primer momento se decantó por estudiar Ciencias Físicas, y luego pasó por la escuela de cine, (donde incluso llegó a dirigir dos cortometrajes: Muerte S.A en 1967 y El espíritu en 1969), Tamariz siempre ha tenido claro que lo suyo es el ilusionismo y el humor.
Ya en 1962 en el Congreso Mágico Nacional de Zaragoza ganó el segundo premio de Magia humorística y el tercero de Cartomagia. En 1964, la Sociedad Española de Ilusionismo le concedió una Beca para el Congreso Internacional de Barcelona. Pero aunque su arte empezaba a destacar, para poder comer tenía que actuar donde podía. En hoteles, como mago, como publicista en una agencia y en televisión española como ayudante de realizador. Hasta que le contrataron para interpretar a Don Estrecho, uno de los Tacañones del concurso Un, dos, tres responda otra vez.
Con su peculiar físico espigado, su sombrero, y su escandalosa risa, Tamariz se ganó pronto al público lo que le permitió abrir la puerta de otros programas como el de Tiempo de Magia, o Chantatachan.
A partir de ahí se convirtió en el mago de todos, el que hacía reír y dejaba a todos con la boca abierta, desarrollando una carrera de éxito que no se paró en España. Ha actuado y conquistado al público de ciudades como Paris, Londres, Nueva York, Santiago de Chile, Tokio...
Con los años se ha ido convirtiéndose en un referente para otros magos que admiran su particular estilo a la hora de abordar su número.
Actualmente sigue realizando numerosas actuaciones y presentaciones en congresos alrededor del mundo, donde comparte su manera de entender la magia, esa que muestra en varios libros traducidos a otros idiomas como Truki-cartomagia, Aprenda usted Magia, Secretos de Magiapotagia o Por Arte de Verbimagia, además de una obra de historia de la magia de tres volúmenes.
Y no solo eso, ha creado una gran cantidad de juegos, técnicas y pases mágicos que se enseñan en la escuela la Gran Escuela de Magia Ana Tamariz, que dirige su hija.
Pero lo de Tamariz no es solo oficio, eso lo tiene de sobra, lo suyo es además entrega total. Tanto que no solo ha dedicado al ilusionismo su vida profesional, también es parte importante de su vida familiar. Desde 2008 esta casado (su cuarta boda) con la ilusionista colombiana Consuelo Lorgia (cuya familia pertenece a una de las dinastías mágicas más importante de Colombia). Aunque quizá su gran legado es la escuela de magia que dirige su hija Ana Tamariz.
El centro, que lleva más de 30 años enseñando, cuenta con un temario creado y revisado por el propio Juan Tamariz, quien además enseña y ofrece la oportunidad de compartir escenario a los aprendices de mago.
Un centro donde se dan clases de Magia y se estudian las técnicas, la historia de la Magia, la psicología del engaño o la teoría mágica de la mano de magos como Jorge Blass o Anthony Blake, discípulos de un maestro que llega a su ochenta cumpleaños con la misma energía e ilusión que cualquiera de sus alumnos.