Si el diccionario nos revela el significado de las palabras, el 'Verbolario' de Rodrigo Cortés las desnuda para descubrir lo que realmente quieren decir. Después de siete años y con 2.500 definiciones, el director de cine hace malabares semánticos manejando como nadie, y en las mismas dosis, el ingenio y el humor.
Para él, este sorprendente "antidiccionario" que trata de arrancar una confesión a las palabras, ponerles un flexo y hacerles decir qué significan de verdad, es un "acto de amor" para la palabra y por el libro y que "se ve tanto con los ojos como con las yemas de los dedos".
Cortés, que considera al entrevistador un individuo que le pregunta a otro por quién pondría la mano en el fuego, tiene claro que "en lo personal no la pondría por nadie, y eso me incluye a mí mismo". También da el motivo, "que nadie aguantamos la lupa con la que observamos a los demás".
Sin embargo, con esa lupa crítica, irónica y fresca, sí ha observado sus 2.500 términos, los cuales a veces tan solo son lo opuesto. Por ejemplo, 'sí', que "se definió simplemente como 'no'".
Otras palabras podemos jugar a adivinarlas. Es el caso de 'cocinero': estrella del rock que sabe hacer mayonesa. O de 'hielo': agua en estado de estupefacción. El director de la película 'Buried' desentierra aquí su visión de la política (guerra sin armas) y de tuitear (gritar en una habitación cerrada).
Cortés compatibiliza el séptimo arte con su pasión, la de pensar arriesgando, lo que él mismo define como 'escribir'. Y es que ve en la escritura "una forma inevitable e irrenunciable de expresión" que le ha llamado la atención "desde casi la infancia". "No hay cámara sin pluma ni pluma sin cámara, no sabría expresarme sin recurrir a ambas y a la vez no las confundo", subraya.
El cineasta deja claro que cree más en el trabajo que en la inspiración. "Muy pocas veces hay destellos creadores que uno robe del ambiente y se apropie. La mayoría de las veces tiene más que ver con el pico y la pala", apunta.
Además, explica su 'modus operandi': "Muchas veces, lo que hago es ponerme la radio o leer un artículo, y voy a estar oyendo voces que de forma intuitiva me parece que tienen potencial o una sonoridad especial. No busco que sean lemas definitivos, me vale tanto 'demografía' como 'silla'. Y cuando tengo 20 ó 30 me siento a enredar con ellas, a ver qué me inspiran o en qué parte del cerebro me rebotan".
Visto el resultado, cuidadosamente editado por Random House, esperemos que este sea uno más de los "sabios que dicen lo que tienen que decir y luego callan". O lo que es lo mismo, de sus libros.