Cómo es tener novio y ser virgen: la historia de Martina
La virginidad es una construcción social que solo existe en nuestras mentes
Existe un tabú en torno a ella que generan frustración y evitación para las personas que lo eligen todos los días
Martina tiene 25 años, está en pareja y explica el por qué vive la virginidad como una elección
El tabú es tan grande que a simple vista parece que las personas vírgenes no existen. La vergüenza, la humillación y el estigma que hay detrás de la palabra 'virginidad' en una sociedad tan hipersexualizada es la causa principal para que Yasss haya tardado mucho tiempo en encontrar un testimonio de alguien que tenga el valor de proclamarse virgen sin importarle la mirada juzgadora. Muchas veces, son ellos mismos los que se ponen la etiqueta despectiva. "Al principio prefería no hablar de sexo para no tener que contarlo", admite Martina Bello, de 25 años, en una charla sincera con este medio.
Lleva dos años con su chico y es "virgen". "No me importa en absoluto", responde cuando le preguntan si esconde su virginidad. Pero, en estos últimos años, la joven ha recorrido un largo camino de aceptación y de "reafirmación como persona" en base a su decisión de mantenerse sin relaciones sexuales.
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Para Martina, al igual que muchas personas, todo empezó por un mandato religioso al criarse en el seno de una familia católica y conservadora donde lo normal es llegar virgen hasta el matrimonio. A medida que pasaron los años, comenzó a cuestionarse algo que, "sin ser explícito", le habían enseñado. Interesada por el tema, empezó a indagar y a buscar respuestas sobre el sentido de todo ello. "Ser virgen no fue un trabajo forzoso que me impusieron y yo tuve que aceptar como una condena, sino que fue un valor. Entiendo el porqué y lo acepto. Es difícil en este mundo, pero le veo sentido", explica la joven.
¿Por qué Martina es virgen? Ella responde con otra pregunta: "¿Cómo voy a entregar mi cuerpo si no le doy antes mi alma?". Para ella, el sexo es un valor y cree que eso puede interferir en conocer a la persona "desde otro lado", desde uno más real e íntimo.
Al principio, era un tema que evitaba para no sufrir "miradas raras". Cuando se mueve por ambientes nocturnos donde el sexo es un tema recurrente, muchas veces se siente "aislada" y le da pereza, ya que considera que hoy en día la diversión solo pasa por allí. No solo con desconocidos: en conversaciones cotidianas con su grupo de amigos se siente apenada al no poder aportar nada al tema por no haberlo experimentado.
Una pareja virgen
"Os juro que somos normales y divertidos", dice entre risas, consciente de lo que puede pensar la mayoría de gente al conocer una pareja que no tiene sexo. Pese a que se ha cruzado por el camino con personas que los miran con incredulidad, existen otras que incluso les escuchan muy atentamente, intrigados por conocer algo diferente a lo que practican la mayoría de parejas a los 25 años.
Llegó a considerar que nunca iba a encontrar a alguien como ella y, eventualmente, "iba a tener que ceder": "Si yo pensaba en el prototipo de yo en hombre lo veía como un pringao", confesó, demostrando que la imagen global de la persona virgen se había apoderado de ella también.
En medio de la pandemia conoció a su novio, un joven de la misma edad que también practica la castidad y cree en el valor de "la virginidad hasta el matrimonio". Han pasado dos años desde entonces, y convencidos de la trascendencia de su elección , no practican nada más salvo el "arte de besarse". "No hubo ni que aclararlo", recuerda la joven al hablar de sus primeros meses de relación. "Durante el noviazgo, obviamente el amor crecía y las ganas sí estaban. Y siguen estando, pero nos damos beso y paramos".
Muchos suelen preguntarle sobre el "factor sorpresa" a la hora de casarse; es decir, no saber cómo funcionarán los dos en la cama hasta haber pasado por el altar. "Yo sé que la primera vez va a ser bastante mediocre, pero también creo que si hay amor de por medio es imposible que termine siendo mal", aclara.
Segura y firme, Martina es consciente que ha tomado esta decisión en contra del mundo en el que le ha tocado vivir. Por este motivo, entre risas, cuando habla de esos futuros primeras relaciones sexuales tras el matrimonio aclara de forma divertida: "Nos corregiremos".
El tabú
En la actualidad, "ser virgen" tiene una connotación negativa; es decir, se relaciona con personas que arrastran algún tipo de "problema" social, "temor" o simplemente son vistos como "pringados". Analícese la película 'Virgen a los 40'. El largometraje que protagoniza Steve Carell narra la historia de un hombre que "padece" todos los días de su vida "el ser virgen" entendido como el hecho de no haber penetrado a una mujer. Durante toda la cinta, sus amigos "le ayudan" (literalmente) a conseguir una chica para dejar de ser "el raro del grupo".
No han pasado muchos años desde los tiempos en que la castidad era un "tesoro divino". Pero ahora, el sexo está en todos lados: en las conversaciones con amigos, en la oficina, en la música, en la publicidad y en cada una de las series y películas que consumimos. Podría parecer que Hollywood tiene como lema: "El sexo vende". Una persona que elige ser "virgen" es considerada como un caso aislado o un "bicho raro" por la mayoría de la sociedad.
"Muchas veces, los prejuicios nos empujan a juzgar y a criticar a gente sin tener ningún tipo de conocimiento al respecto. Tenemos que aprender a tener una mente más abierta y a escuchar a las personas sin valorar ni juzgar su vida. Y menos en base a ese tipo de criterios", explica a Yasss Ana Lombardía, Psicóloga y Sexóloga experta en terapia sexual y de pareja.
Existen infinitas razones por las que una persona es virgen, desde religiosas hasta simplemente "no haber encontrado a la persona indicada". Y todas son válidas. Muchos factores contribuyen, sin embargo, a construir el famoso estigma en el "inconsciente colectivo". En primer lugar, una persona que elige no tener relaciones sexuales lo vive como un padecimiento al asumir creencias falsas instauradas en la sociedad. Por ejemplo, la presupuesta existencia de un "reloj biológico" que nos obliga a dejar de ser virgen lo antes posible. Esta tesis sostiene que si uno practica sexo desde muy joven "será más experimentado" y tendrá menos problemas para poder "desempeñarse de manera ideal".
Este "apuro" invisible lleva a que mucha gente esté dispuesta a perder su virginidad con cualquier persona o con alguien a quien apenas conoce por el hecho de "sacarse ese peso de encima". Pero una primera mala experiencia puede generar una sensación de desagrado en torno al sexo.
En relación a esto, Ana Lombardía explica que tener sexo "sin realmente desearlo" no es sexualidad: "Es un trámite corporal genital y puede dificultar las relaciones sexuales futuras", explica. La psicóloga y sexóloga señala que existe una gran idealización y presión detrás de "la primera vez", que tiende a crear presiones y expectativas inalcanzables en una persona que no ha tenido sexo. Eso genera una gran frustración que puede desembocar en evitar o atrasar el momento por miedo a no poder cumplir con expectativas falsas.
Además, los contenidos que consumimos desde pequeños contribuyen a esta idealización y al añadirle "más peso" a la primera vez. Las series, las películas y la publicidad que vemos infundan una idealización del sexo "fácil y siempre bueno y a todas horas", cuando eso no hace otra cosa que alejarse de la realidad y generar una odisea diaria en las personas que eligen priorizar otros aspectos en su vida o simplemente no desean llevarlo a cabo aún.
"La virginidad no existe"
Lombardía es clara al preguntarle qué es la virginidad para ella. "La virginidad no existe porque todas las personas somos sexuales desde que nacemos hasta que nos morimos. En el momento que tú sonríes a alguien o das un beso ya expresas una sexualidad", explica la joven. Lo que se debe hacer es cambiar el paradigma y reconstruir una nueva idea de virginidad, como algo más natural sin ser tabú, pues al fin y al cabo no es real.
En torno al constructo de "ser virgen", existen algunos "vacíos legales" que escapan a la penetración y, por ende, se sigue manteniendo el celibato. Muchos creen que sin la penetración uno se mantiene siempre virgen. "La masturbación, el sexo oral, los besos o las caricias son prácticas que parecen de segunda categoría y no son relevantes. Si no has tenido penetración vaginal sigues siendo virgen", concluye la experta.
Es por ello que es posible pensar que al ser un constructo social, es posible un cambio de paradigma y evitar o sacar el estigma que existe sobre la virginidad que al fin y al cabo, no es real.