"La vida es como la espuma, por eso hay que darse como el mar". Esta mítica frase extraída de la película mexicana "Y tu mamá también" (Alfonso Cuarón, 2001), cinta candidata al Oscar al mejor guion original, podría definir a la perfección la capacidad de superación, fuerza y coraje de las que Mireia Cabañes se embriaga todos los días para ser una campeona del surf. La valenciana, de 34 años, es una mujer de hierro. Tenaz, persistente y soñadora, Mireia ha hecho frente a los azotes y embestidas de una realidad que podría haberla hundido. Pero ningún fuerte oleaje ni la tormenta más intensa han podido con ella. La joven sigue en pie sobre su tabla, segura y fuerte, vislumbrando el horizonte con hambre de ganadora.
Todo comenzó el día que Mireia cumplió siete años. "Justo cuando celebraba mi cumpleaños me ingresaron en el hospital bastante malita y una semana después me detectaron un sarcoma de Ewing en la parte alta de la pierna izquierda. Es un tumor óseo maligno que se forma en el hueso o en el tejido suave y que afecta principalmente a los adolescentes o adultos jóvenes", cuenta. La joven admite que el diagnóstico fue un revés enorme para una cría que apenas había empezado a vivir, pero tampoco recuerda mucho de aquellos años "porque el cerebro es selectivo". "Fue duro porque me perdí muchas cosas que por entonces tenía que haber vivido como niña que era. Sí recuerdo que estaba todo el día vomitando y que muchas veces me encontraba sin fuerzas de nada. Pero no me lo tomé como algo malo, sino como un juego en el que tenía que ir pasando pantallas para que nunca llegara el ‘game over’", explica.
Finalmente, los médicos tuvieron que amputarle parte de la pierna izquierda para salvar su vida y Mireia empezó a dar sus primeros pasos con una pierna ortopédica. "Yo nunca me he sentido mal por tener la pierna como la tengo, pero sí tienes que aprender a convivir con las miradas. Con ocho o nueve años yo iba a la playa y le soltaba a alguien que me observaba de forma indisimulada: “¿qué miras?, si tú eres más feo que yo"", cuenta entre risas.
Mireia admite que tuvo que autoprotegerse para hacer frente a algunas burlas o comentarios malintencionados. "Un día en el colegio una niña me llamó coja y la acabé empujando por las escaleras mientras le gritaba: '¿quién es la coja ahora?'". recuerda con cierto grado de vergüenza. ¿Y qué pasó en sus primeras citas con chicos? "Cuando eres adolescente tenía miedo de quedar, pero decidí que lo mejor era contarlo desde un principio y si no les gustaba, hasta luego. Pero salvo un par de veces que algún tío me dejó de hablar, la verdad es que he tenido suerte y he conocido a gente maravillosa", explica.
Al llegar a la adolescencia, Mireia se refugió en el deporte para sentirse activa. "Siempre me ha gustado entrenar y ejercitarme, así que cuando estaba haciendo el bachillerato fiché por un equipo de natación adaptada. Pero entrené tanto que me acabé lesionando", recuerda con algo de tristeza. Y es que lo que más lamenta Mireia es la sensación constante de estar enferma. "He llegado a llorar de impotencia por sentirme continuamente mal en lo que respecta a mi estado físico. Me ha costado mucho más asimilar eso que lo de la pierna ortopédica", admite.
Fue en una de esas ocasiones, en las que Mireia se encontraba cabizbaja y triste por no poder entrenar, cuando descubrió un documental que le cambió la vida. "Un día me puse una película de Netflix y vi que los marines de Estados Unidos que han sido amputados tras haber estado en la guerra utilizan el surf para reinsertarse a la sociedad. A mí siempre me había gustado este deporte, pero pensaba que yo no podría practicarlo sin parte de una pierna. Así que me aventuré a probarlo. Me puse en contacto con la Mediterranean Surf School, una escuela de Valencia que ya tenía experiencia en surf adaptado, les conté mi caso, les dije que quería competir y desde el minuto uno se volcaron en ayudarme", recuerda.
El mar y las olas le han dado una segunda vida a Mireia. En octubre del pasado año, ganó una medalla de plata en su primer Campeonato de España y este mes de marzo se llevó el título del campeonato de triple prueba ‘Fusssión’ en modalidad adaptada, una competición que combina surf, esquí y skate. "Mis amigas me llaman ‘surfer’ y dicen que me voy a ahogar, pero son las ganas de vivir. La adrenalina que te da estar encima de la tabla. Este deporte me está dando la fuerza que había perdido", explica.
Actualmente 'Eme' - como así la llama su entorno más cercano - solo tiene un objetivo, y es poder estar en los juegos Paralímpicos de Los Ángeles 2028. "Este verano esta siendo flojo a nivel físico, pero en estas últimas semanas me estoy sintiendo más fuerte. Ahora llega el campeonato nacional y creo que los primeros días no voy a estar del todo en forma, pero espero que vaya bien", dice con una sonrisa y ese espíritu de superación que empuja sus sueños.
Mireia sabe que se ha convertido en un referente para muchas personas que han perdido alguno de sus miembros por una amputación o han tenido que pasar por el duro trance del cáncer. Por ello, usa Instagram y recientemente se ha abierto una cuenta en TikTok - donde ya suma 21.000 seguidores - para reflejar su día a día y explicar cómo funciona su pierna. "Al principio apenas hablaba de la prótesis porque no quería que la gente pensara que utilizaba mi situación para ganar seguidores. Pero es que la pierna forma parte de mí y sólo normalizas algo cuando se ve. Durante toda mi vida yo he sido la única en esta situación y he echado de menos tener mis propios referentes", detalla. "Ahora, me alegro de haberle dado esa visibilidad porque me escriben muchas personas que me dicen que les he ayudando a superar diferentes problemas personales. De hecho, hay gente que se ha atrevido a probar el surf gracias a mí", cuenta.
Además de competir en los Juegos Paralímpicos, el gran sueño de Mireia es poder abrir un día una fundación centrada en el deporte acuático. "Me gustaría ayudar a los demás y ofrecerles la oportunidad de ver el mar como una vía de escape. Tener una fundación donde se pueda hacer surf adaptado, vela… y, sobre todo, enseñar valores", explica.
Porque para Mireia, el mar ahora lo es todo. "Es el único sitio donde me encuentro relajada y en paz. Mi lugar seguro, donde conecto conmigo misma. Gracias al mar y al surf me he dado cuenta de que no hay límites a las ganas de vivir. Todo es posible si tienes ilusión", concluye.