El reconocido diseñador de moda japonés Issey Miyake ha muerto a los 84 años de edad en un hospital de Tokio el 5 de agosto. El creador del plisado que nunca se arruga o de los populares jerséis de cuello vuelto que vestía el fundador de Apple, Steve Jobs, sufría un cáncer de hígado.
Miyake nació en 1938 en Hiroshima. Se formó en diseño gráfico en Tokio y en diseño de moda en París, donde trabajó junto a Guy Laroche y Hubert de Givenchy. Más tarde, antes de regresar a Tokio para fundar el Miyake Design Studio, viajó a Nueva York.
Influenciado por la revuelta estudiantil de mayo de 1968 en París, decidió inventar prendas universales y prácticas, “como jeans y camisetas”.
En los 80, desarrolló una nueva forma de plisar la ropa inspirada en el origami. Envolvía los tejidos entre capas de papel y los ponía en una prensa térmica, lo que condujo a su línea ‘Pleats, Please’.
Más tarde desarrolló más de una docena de líneas de moda, entre las que destacan sus bolsos Bao Bao con patrones geométricos, sus relojes, fragancias o los populares jerséis que lucía el fundador de Apple, Steve Jobs. En 1997, se retiró para dedicarse a la investigación.
Aunque nunca quiso ser etiquetado como “el diseñador que sobrevivió” a la bomba de Hiroshima, lo cierto es que esta marcó su vida. Tenía solo siete años cuando la bomba atómica cayó sobre la ciudad mientras este estaba en el colegio. Tres años después, su madre murió por exposición a la radiación.
“Cuando cierro los ojos, sigo viendo cosas que nadie debería experimentar”, escribió en 2009 en el New York Times como parte de una campaña para que el entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, visitara la ciudad.
“He intentado, aunque sin éxito, dejarlas atrás, prefiriendo pensar en cosas que se pueden crear, no destruir, y que aportan belleza y alegría. Me incliné por el campo del diseño de ropa, en parte porque es un formato creativo moderno y optimista”, dijo entonces.
El 5 de agosto, fallecía, dejando atrás un gran legado para la industria. El diseñador japonés, que en 2016 llegó decir que la moda debía pasar por “un proceso de reducción”, utilizó materiales en sus creaciones hasta entonces impensables como el plástico, el alambre, el papel artesanal japonés o las crines de caballo.