LeBron James, Anthony Davis, Canelo Álvarez, Drake, Chris Brown, Tyga, Lil Uzi Vert, Ozuna, Anuel... Puede parecer la lista de invitados de un gran estreno o de unos destacados premios. Pero no, solo son algunos de los clientes de Joaquín Ganga, un joven español de El Palmar (Murcia), que se ha destapado como uno de los tatuadores más importantes del panorama internacional. En redes sociales, como Instagram, acumula más de 1,3 millones de seguidores con su perfil verificado.
Toda una estrella del arte de la tinta que proviene de una tierra que también está siendo tendencia por el tenis: "Me llevo muy bien con Carlos Alcaraz. Aunque no nos hemos conocido en persona, hablamos bastante. Es un deportista impresionante y fuera de lo común. Tenemos acordado que su primer tatuaje se lo voy a hacer yo. Es algo entre paisanos", revela en Informativos Telecinco.
Joaquín sigue muy ligado a sus raíces, pese a vivir en Los Ángeles (EEUU). En El Palmar tiene instalada una de sus academias (Ganga Tattoo Academy), sin embargo, el trabajo y el sacrificio que realiza día a día no le ha permitido acudir con asiduidad. "Mi vida profesional me exige que esté la mayor parte del tiempo por aquí", explica el tatuador y artista de 30 años nacido en el barrio de Los Rosales, en la pedanía murciana.
Desde bien pequeño, Ganga practicaba y dibujaba en su tiempo libre. Era el clásico perfil de alumno con creatividad en los cuadernos. Así, a los 14 años, fue con su padre a hacerse su primer tatuaje. Empezaba a tener clara su meta: "Llevar mi trabajo a todos los lugares del mundo posibles". Al poco de comenzar con la tinta -con 16 empezó como tatuador-, ya tenía decidido que uno de sus objetivos era establecerse en Los Ángeles y tener su propio estudio. La mayor parte de su empeño ha ido encaminado hacia esa meta, según detalla.
A pesar de gozar de gran reconocimiento en Estados Unidos y cumplir el sueño americano, no todo ha sido un camino de rosas. "Siempre hay momentos duros en los que tienes que sacar tu lado más fuerte. Ha sido un proceso muy bonito y enriquecedor, un proceso en el que todavía me encuentro, dirigiéndome hacia metas mayores. Por supuesto, dejar atrás a mi familia y amigos, y empezar una nueva vida desde cero ha sido uno de los momentos más difíciles", precisa Ganga, que asegura haber tenido "la suerte de tener unos padres" que "siempre" han apoyado sus decisiones. "A día de hoy se sienten muy orgullosos de mí y eso también es una meta cumplida", agrega en este sentido.
De hecho, fue su padre quien le llevó a hacerse su primer tatuaje -"una geisha en la pierna"-. Nunca le echaron la bronca, ya que su progenitor también lleva tinta en la piel. Con él comenzó a ver el "programa de Miami Ink" cuando era niño. "Ahí fue cuando comencé a tener ganas de introducirme en este mundo", admite Joaquín, que ahora cuenta con alrededor de 20 o 30 tatuajes, aunque algunos de ellos son proyectos grandes como los de los brazos, que se podrían contara como varios en uno.
Su gran fama entre la élite de la música y el deporte, entre otros sectores, llegó después de tatuar a Drake, un referente mundial: "Hubo un antes y un después en mi carrera profesional. Fue cuando le tatué -al músico canadiense- por primera vez. Antes había tatuado a otras celebridades, pero no se generó la exposición a nivel mundial que vino con Drake". Después de esta sesión, que dejó patente en redes sociales, su nombre estaba en boca de otras personalidades destacadas y las relaciones comenzaron a crearse.
Los tatuajes de Joaquín no son convencionales, son arte. De ahí, su precio. Cada una de sus sesiones ronda los 100.000 euros. El rapero Lil Durk le pagó 200.000 porque le tatuara una de sus letras en los muslos. "Sí, esa fue la sesión. Aunque he de decir que no es el tatuaje más caro. El más caro es un trabajo que todavía no puedo desvelar, pero que saldrá a la luz muy pronto", explica el español, que no solo atiende a sus clientes, sino que también cena o sale de fiesta con ellos. Se le ha podido ver en partidos de la NBA a pie de pista -al guardar relación con jugadores de los Lakers-.
En muchos casos, lo que comenzó como una relación profesional, se ha convertido en una relación de amistad. "La mayoría de mis clientes vive fuera de Los Ángeles y cuando vienen me llaman para ir a cenar o a hacer algún plan, no solo para que los tatúe", cuenta Ganga. No le pesa tratar con artistas de la talla de Post Malone, Lil Pump o Travis Baker. "Hoy para mí es algo normal. Algunos de ellos se han convertido en mis amigos y tenemos una relación muy estrecha. Si pienso en ello desde otra perspectiva, la verdad que es algo emocionante. De cualquier forma, es algo por lo que me siento muy agradecido".
El estilo de vida que lleva ahora el tatuador murciano ha sido algo que se ha dado de forma gradual. Sus amigos y su entorno le han visto crecer. De quedar asombrados, a acostumbrarse a verle conseguir grandes retos. "Recuerdo al principio, cuando realicé mis primeros trabajos a celebridades... No podían creerlo y todos nos impresionábamos. Ahora, están acostumbrados, ya me conocen como la persona que soy hoy día y se esperan todo de mí", apunta Ganga.
A nivel de dificultad, el tatuaje más complicado lo ha hecho recientemente: "Creo que el último de Lil Uzi Vert. Fue un 'cover up' en el que tenía que cubrir muchos tatuajes que ya llevaba y que además eran muy oscuros. Definir el diseño final y afinar el resultado, fueron circunstancias con bastante dificultad. Pero finalmente quedamos satisfechos con el resultado". Al artista le bastaron dos sesiones de unas ocho horas para completar aquella obra.
Su talento le ha llevado a ver proposiciones que ha tenido que rechazar por ser en una zona delicada o porque presenten algún riesgo. "Muchísimos", explica al respecto Ganga. "Hay veces que el cliente pide algo que no va a quedar bien o que no es posible realizar. Siempre he tenido muy claro mi compromiso como profesional a la hora de poder ofrecer un resultado de calidad", precisa. Y es que el proceso, para algunos, puede ser difícil: "He visto muchas cara de dolor, pero es algo normal".
No obstante, dentro de su espíritu innovador, ahora uno de sus proyectos es "cambiar esas caras de dolor por caras de sorpresa" con la técnica 'No Pain by Ganga', desarrollada por el autor. Según explica, con la aplicación de anestesia, los clientes pueden tatuarse sin sentir "absolutamente" ningún dolor. "Me siento orgulloso de haber sido el primer tatuador del mundo que aplica este método, en el que hemos trabajado mucho tiempo y que ya estamos llevando a cabo con mucho éxito". También ha lanzado la tinta 'Ganga Black' de Dynamic, con la que se consigue mayor realismo 'black and gray', apunta. Una tinta que no se podía comercializar antes en España y en Europa, pero que ahora está homologada, tal y como confirma el tatuador. "Esto acaba con uno de los principales problemas del sector", agrega Joaquín.
Toda su experiencia la ha querido impartir a través de escuelas, donde se forman tatuadores para el futuro. "Ganga Tattoo Academy es un proyecto que nació con el propósito de enseñar, de una forma profesional y completa, el oficio de tatuador. Comenzó con una academia en El Palmar y a día de hoy realizamos formaciones en Murcia y Madrid y estamos a punto de comenzar en Los Ángeles, Nueva York y otros puntos del planeta. Para mí era importante crear un método que enseñara de una forma sólida los pilares de este oficio y que ayudase a los alumnos a alcanzar un nivel profesional de una forma más rápida".
Ganga es experto en crear sobre la piel de una persona, pero también ha demostrado su talento como artista. Uno de sus mayores logros es haber creado el tatuaje más grande del mundo enmarcado. Una obra en la que se reflexiona cómo se deterioran los tatuajes a medida que pasa la vida. "Metamorphosis es uno de mis proyectos favoritos. Recuerdo que en mi mente rondaba la idea de crear algo grande, algo grande dentro del mundo del tatuaje, y pensé , ¿el tatuaje más grande del mundo? Así fue y me puse con ello", cuenta Joaquín.
"Pensé en Salvador Dalí porque me fascina su actitud excéntrica y creí que era perfecto para representar la obra. Estuve tres meses trabajando en ello, casi no hacía otra cosa. El resultado me dejó muy satisfecho. Con proyectos así nos decimos a nosotros mismos que no existen los límites y que nada está establecido. Es un cuadro al que le tengo mucho cariño", sentencia el tatuador, un artista que se define como una persona "muy enfocada en sus objetivos, con grandes ambiciones profesionales y personales". Habrá que estar atentos a su prometedor futuro.