La segunda ola de calor del año de este año en España ha cogido por sorpresa a Rosalía en su actuación de anoche Sevilla, incluida en la gira mundial que comenzó esta semana en Almería. Los 40 grados a la sombra se sofocaron con abanicos y "agüita", como propuso la cantante, que protagonizó un concierto de menos a más. Con un vestido blanco y botas rojas de piel hasta las rodillas tras el azul y negro del comienzo de gira, Rosalía dejó claro que respeta "cualquier estilo", y cantó por bulerías, trap, hizo 'tweerking' y deleitó al personal con una variedad inusual.
Ella no fue la única que sufrió el atronador calor que hacía en la capital andaluza. Sus fans y seguidores que se encontraban disfrutando del concierto tampoco paraban de sudar y de sufrir las decenas de grados que hacía en el estadio sevillano. Un claro ejemplo del insufrible calor que hacía lo protagonizó una de sus seguidoras que se encontraba entre las primeras filas.
En uno de los momentos del concierto cuando Rosalía estaba cantando su tema viral 'abcdefg', el miedo se apoderó de un grupo que se encontraba en primera fila. Al ver los gestos y al escuchar los gritos de su público, la catalana decidió dejar de cantar e interrumpir el concierto en pleno directo. "¿Qué pasó? ¿Qué ha pasado? ¿Qué ha pasado? ¿Qué ha pasado?", preguntaba Rosalía mientras se acercaba a la multitud y bajaba las escaleras del escenario.
Justo en ese momento, los rumores y la incertidumbre se apoderaban del estadio sevillano. Por eso, Rosalía volvió a coger su micrófono y explicó a todos sus seguidores qué estaba pasando y qué le había llevado a parar el concierto: "Ok. Hay alguien que se ha mareado, ¿Vale? Un segundo".
Al ver que su seguidora fue atendida por el equipo sanitario que se encontraba en el concierto, la protagonista de la noche volvió a dirigirse a su público para tranquilizar a los presentes: "Ok, están cuidándole. Están cuidándole, ¿Vale? Lo primero es que estemos bien. O sea, avisadme siempre, ¿Vale? Avisadme siempre, yo estoy pendiente. Os amo, quiero que estéis bien".
Después de este susto, Rosalía controló con soltura el escenario, que compartió con ocho bailarines, algunos dignos de competir en los Juegos Olímpicos. Antes de recorrer otras siete ciudades españolas más, además de varios países a uno y otro lado del Atlántico hasta su final el próximo mes de diciembre en París, la arista ha tirado en Sevilla de oficio y se ha sobrepuesto al pegajoso calor andaluz.
La conclusión es que Rosalía engancha, tiene un público fiel aunque haya problemas de sonido, baila lo que le echen, controla el escenario como si fuera el patio de su casa y exhibe una naturalidad mezclada con sofisticación que atrae a todo tipo de espectador y seguidor.