Los tatuajes, que cada vez se han vuelto más comunes, son un diseño permanente realizado a base de punciones en la piel. El procedimiento -que se lleva a cabo sin anestesia- provoca un pequeño sangrado y un dolor de leve a potencialmente significativo. Ahora que se acerca el buen tiempo, es momento de lucirlos.
Cabe destacar que los cuidados que la piel necesita después de la intervención son vitales para su cicatrización y para evitar posibles infecciones.
Lo primero es tener en cuenta que al principio hay que cubrirlo bien y curarlo durante varios días. Desde hace ya un tiempo, existe una película autoadhesiva o apósito que el tatuador coloca al terminar el tatuaje, en lugar de poner plástico para cubrir la piel recién tatuada. Este nuevo producto protege el tatuaje de posibles infecciones, evitando que entren bacterias y demás patógenos en la herida durante los primeros días, que es el tiempo en el que es más vulnerable. La película autoadhesiva o apósito puede colocarse en cualquier parte tatuada, ya que se adapta perfectamente a la forma del cuerpo.
Retira el vendaje cuando haya pasado el tiempo indicado por tu tatuador. Es hora de lavarlo por primera vez. Por supuesto, tus manos deben estar limpísimas. Usa agua templada y jabón antibacteriano sin aroma y de ph neutro. Frota con las manos cuidadosamente el tatuaje, eliminando restos de sangre y tinta. Intenta que el agua no le caiga directamente, puedes echar agua con las manos, por ejemplo.
Cuando termines, usa un papel de cocina para secarlo. Da pequeños toques, sin frotar. Deja el tatuaje descubierto durante 20 minutos o una hora para que respire y el exceso de humedad se evapore. No tapes más el tatuaje después del vendaje inicial.
Aplica la pomada especial sobre toda la piel tatuada y un poco a su alrededor. Coloca una capa fina de este producto, no es bueno excederte, pero asegúrate de que queda todo bien cubierto. Si pones una capa muy gruesa, estás favoreciendo la aparición de bacterias. Debes ponerte la pomada después de lavar el tatuaje durante 3 a 5 días.
Hasta que no esté completamente curado, debes continuar limpiándolo con jabón antibacteriano y agua templada. Si el tatuaje está en la mano, muñeca, pie u otra zona que esté más expuesta a los gérmenes, deberías lavarlo unas 5 veces al día.
Aunque parezca obvio, a veces puede costar evitarlo: no te rasques ni toquetees la piel tatuada, si lo haces no solo puedes infectarte, sino destruir el dibujo y que tu tatuaje se vea opaco y desfigurado. Tampoco dejes que otros lo toquen o rocen. No quites las costras, esto aumenta el riesgo de infección y puede dañar el diseño y provocar cicatrices.
No hagas ejercicio los primeros días para evitar un exceso de sudor y golpes en la zona. Tampoco dejes que le dé el sol fuerte directamente mientras se cicatriza, pues aparte de quemarse la piel ya herida, el dibujo puede perder intensidad en el color.
Además, recuerda proteger bien la zona al vestirte para evitar que se te pegue la ropa y procura usar ropa algo holgada durante la curación. Las tres primeras semanas evita que le dé el sol en su totalidad, después recuerda aplicar protección solar de factor alto. De este modo, mantendrás los colores por más tiempo.