No es ningún secreto que una gran mayoría de los conductores le teme a los radares de tráfico y se preocupan por conducir de forma correcta y segura cuando se aproximan al punto donde creen que están situados. Estos ‘ojos’ que todo lo ven han demostrado ser una de las herramientas más efectivas para reducir las colisiones y los accidentes.
En los últimos tiempos, la DGT ha intensificado la vigilancia en ciertos puntos de las carreteras para detectar infracciones que, hasta ahora, no se contabilizaban de forma correcta. Su objetivo es atajar de raíz uno de los accidentes más frecuentes en nuestras carreteras: las colisiones laterales. Si los 3000 radares repartidos por la península pueden captar a la perfección nuestros excesos de velocidad, ahora hay que sumar los radares de línea continua y los llamados ‘radares de stop’.
Los nuevos cinemómetros de Tráfico han sido diseñados para cazar y pillar a todos esos conductores que adelantan en tramos de carretera donde existe una línea continua. “Son acciones que suponen un elevado riesgo. La inteligencia aplicada a los dispositivos de captación nos permite a día de hoy controlar esos comportamientos con la finalidad de corregirlos", explica Jorge Ordás, subdirector de Gestión de la Movilidad y Tecnología de la DGT.
Hasta ahora, los radares clásicos, fijos o móviles, medían la velocidad, identificaban a quienes se saltaban un semáforo en rojo o, en la última hornada, podían localizar infractores que se saltaban una señal de stop, por nombrar unos pocos ejemplos.
Los nuevos se enfocan en la clásica situación de incorporación a una vía de varios carriles y la obligación de respetar la línea continua; una regla que muchos conductores ignoran y que está en el punto de mira de la DGT desde hace unos meses. El objetivo nunca cambia: reducir la peligrosidad y la tasa de accidentes a la mínima expresión.
La presencia de la línea continua suele estar justificada por factores como curvas peligrosas, cambios de rasante o visibilidad reducida. Esta nueva herramienta utiliza dos cámaras; una captura la matrícula; otra graba a los vehículos que se incorporan a la vía. Mediante la comparación de las dos imágenes, se podrá sancionar a los coches que en la primera toma aparezcan en el carril de aceleración y en la segunda en el carril derecho; una prueba clara de que no han terminado la línea continua antes de incorporarse a la vía principal. “El sistema envía las fotos como prueba y el Centro de Tratamiento de Denuncias Automatizadas tramita la sanción económica (200 euros) sin detracción de puntos”, explican desde la revista oficial de la DGT.
Estas cámaras estarán situadas en postes elevados o estructuras que permiten un ángulo amplio de visión sobre la carretera. Algunos modelos cuentan con sensores de movimiento que permiten diferenciar entre vehículos que adelantan de manera ilegal y aquellos que, por circunstancias justificadas, han invadido brevemente la línea sin intención de adelantar. La DGT se asegurará así de que solo se sancionen las maniobras peligrosas.
De momento, hay cuatro de estos cinemómetros en funcionamiento, todos ellos en Madrid y en sentido decreciente: A-1 (km 15,95); A-2 (Km 11,8); A-42 (Km 16,9) y A-6 (Km 20,2).