El DNI o Documento Nacional de Identidad es, como su nombre indica, un documento que se emplea para acreditar la identidad y los datos personales de quien aparece en ellos. Aunque no nos demos cuenta, lo empleamos constantemente, tanto en momentos importantes de nuestra vida, como al ir a votar, como en otros más banales, como sucede al recoger un paquete que nos envían, por ejemplo.
El número que se nos asigna no cambia, ni siquiera cuando tenemos que renovarlo, siempre es el mismo, lo que nos permite poder memorizarlo, por lo que en muchas ocasiones, ni siquiera tenemos que llevarlo encima para poder emplearlo. Además, con el paso del tiempo, sus usos han ido ampliándose y ahora, con el DNI electrónico, también es posible firmar documentos.
Una de las primeras cosas que hacemos cuando tenemos el DNI en nuestras manos es mirar la foto y cerciorarnos de que salimos tal y como esperábamos, salir favorecidos en la fotografía del DNI no es nada sencillo, lo siguiente es mirar el número y la letra asignados para poder memorizarlos. Este número está formado por ocho dígitos y una letra, pero ¿cómo se asigna la letra del DNI? ¿Es fruto del azar, de un sorteo o hay un sistema detrás para adjudicarla?
Puede que nunca nos lo hayamos planteado, que sencillamente hayamos asumido que tras la serie de números hay una letra, sin pensar en el método que se emplea para asignarla. El número del DNI es personal, intransferible y para siempre, los mitos que señalan que los números de las personas fallecidas se reasignan son solo eso, mitos. De hecho, cuando se acaben los números de ocho cifras disponibles, pasarán a tener nueve.
Sin embargo, si alguna vez has escuchado que existe un sistema para adjudicar las letras y has pensado que era un mito, te equivocas, porque esto sí que es cierto. Para asignar la letra correspondiente al DNI, se divide la cifra de ocho números entre 23; el resto obtenido será un número que ya tiene una letra asignada en una tabla ya existente y esa será la que le corresponda.
Recuerda que el resto no es el resultado de la división, sino el número que queda cuando la división no es exacta, por lo que se puede obtener más sencillamente haciendo la división a mano, tal y como nos enseñaron en el colegio, que usando calculadora. Si hace mucho tiempo que pasamos por el colegio y las divisiones son solo un recuerdo, también se puede hacer con la ayuda de la calculadora. Tras hacer la división, seleccionamos solo los decimales y los multiplicamos por 23, los dos primeros dígitos obtenidos se corresponderán con el resto.
Así, en función del resto obtenido, se seleccionará la letra: al 0 le corresponde la letra T; al 1, la letra R; el 2 será la W; el 3, la A; el 4, la G; el 5, la M; el 6, la Y; el 7, la F; el 8, la P; el 9, la F; el número 10 tiene asignada la letra X; el 11, será la B; el 12, la N; el 13, la J; el 14, la Z. El número 15 será la S, el 16 es la Q, el 17 será la V, el 18, la H. El número 19 será la letra L, el 20 será la C, el 21 tiene la K asociada y, finalmente, el 22 se corresponde con la letra E.