Los arándanos son uno de los frutos silvestres más demandados y beneficiosos para la salud. Comerlos aporta antioxidantes, vitaminas, fibra y agua, de manera que resultan sumamente nutritivos. Además, hay que añadir que aportan pocas calorías, lo que los convierte en perfectos cuando queremos hacer alguna dieta para bajar de peso.
Eso sí, conviene tomarlos de la forma más segura posible y, dado que se toman tal y como se recolectan, hay que lavarlos correctamente con el objetivo de evitar ingerir restos de pesticidas, suciedad o cualquier otro agente perjudicial para el organismo.
Antes de comenzar, como cada vez que nos disponemos a manipular alimentos, debemos asegurarnos de que las manos estén limpias lavándolas con agua y jabón. Asimismo, conviene limpiar y desinfectar los utensilios cuando los hayamos utilizado, tales como coladores o recipientes. A partir de ahí los pasos para lavar arándanos son los siguientes:
Después de lavar y secar los arándanos que no vayamos a consumir en ese preciso instante, es el momento de almacenarlos de una manera correcta. En este caso siempre hay que guárdalos en un recipiente limpio y seco en el frigorífico. Los arándanos frescos lavados se mantienen en buen estado durante unos 3 a 5 días.
Asimismo, cuando se vayan a consumir lo más adecuado será darles nuevamente un lavado con agua fría para una rápida eliminación de cualquier elemento que hayan adquirido en la nevera –no tiene por qué–. Además, hay que añadir que lo mejor será comer los arándanos lo antes posible y no dejarlos demasiado tiempo almacenados, ya que cuanto más frescos sean, mejor será su sabor y mayores sus nutrientes.
En cuanto a su consumo, hay múltiples opciones de tomarlos: desde comerlos directamente –muy recomendable–, hasta añadiéndolos a yogures o cremas o incluso en zumo junto a otras frutas. Sea como fuere, su ingesta es recomendable por los múltiples beneficios que aportan a nuestro organismo en forma de vitaminas y antioxidantes.