¿Cómo evitar el desperdicio de alimentos con la llegada del calor?
El calor y la humedad pueden acortar la vida de los alimentos y hacer que tengamos que tirarlos
Una buena organización puede ayudarnos a reducir la cantidad de alimentos desperdiciados
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La llegada del calor está asociada a un mayor tiempo de ocio, los días en verano son más largos y parece que las horas de luz nos invitan a hacer más cosas y disfrutar de ellas.
Hay cosas típicas de esa época que todos conocemos, la ropa ligera, las escapadas a la playa o la montaña, los helados… pero también está asociado a otras menos conocidas, por ejemplo, es la época en la que más alimentos se desperdician porque las altas temperaturas y la humedad pueden afectar su conservación, haciendo que se estropeen antes de lo esperado.
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Evitar el desperdicio de alimentos con la llegada del calor
En épocas en las que el calor es la norma, el frigorífico se convierte en nuestro mejor aliado para conservar la comida, y para ello conviene aprovecharlo al máximo, optimizando su capacidad, que al fin y al cabo es limitada y, sobre todo, aprendiendo cuál es la mejor manera de que los alimentos se conserven adecuadamente, sin cometer errores que estropeen el proceso.
Por ejemplo, colocando los productos ya abiertos en la parte frontal tendremos un recordatorio de que hay que usarlos cuanto antes y, sobre todo, de que no es necesario abrir otro, porque ese ya está empezado. También es importante mantener la temperatura interior estable, por lo que aunque el aburrimiento haga de las suyas, lo mejor es no abrir la puerta constantemente. Intenta mantener el frigorífico a 4 °C.
Los alimentos menos sensibles y que tardarán más en estropearse puedes colocarlos en la puerta, que es donde la temperatura será menos estable al abrirse. Los alimentos ya preparados deben conservarse en los estantes inferiores, donde la temperatura es más baja, los envasados y otros menos perecederos pueden colocarse en los superiores. Conviene guardar la comida en envases herméticos.
Guarda frutas y verduras en los cajones, y los alimentos crudos, como carne y pescado, en el fondo y bien cerrados, para evitar contaminaciones. Evita además llenar el frigorífico en exceso, es mejor comprar solo aquello que se vaya a consumir, porque, por muy bien que organicemos el frigorífico, comprar en exceso puede hacer que esa comida acabe por ponerse mala.
Una buena idea es planificar el menú semanal, así solo compraremos aquello que vayamos a usar. Ajusta las raciones, de esta manera evitarás sobras y, en caso de que eso sea imposible, conservarlas de la mejor manera posible o úsalas de un modo creativo, por ejemplo, como base para tu siguiente comida o complementándola con una refrescante ensalada.
La conservación de los alimentos se convierte en esencial, sobre todo una vez preparados. Puedes almacenarlos apuntando la fecha e incluso el contenido del recipiente, para no olvidar lo que hay en su interior. Conviene llevar un control de lo que tenemos en el refrigerador y el congelador, porque lo que guardamos no se conserva eternamente y es una buena idea ir consumiendo lo antiguo para dar cabida a lo nuevo.
Una buena planificación y un buen almacenaje puede ser esencial para evitar desperdiciar comida, tanto con la llegada del verano, cuando esto es más notable, como en otras épocas del año.