¿Cómo preparar abono casero con tres ingredientes?

En tiempos como estos, en los que cuidar el medio ambiente y apostar por la economía circular se han convertido en actividades que contribuyen a mejorar el mundo en el que vivimos, fabricar abono casero puede ser una de las mejores cosas que podemos hacer.

No solo le damos una segunda vida a los residuos orgánicos, sin que además le ahorramos algo de dinero al bolsillo, reducimos los vertidos en los vertederos y la producción de metano y le devolvemos a nuestro jardín y nuestras plantas una parte de lo que nos han dado. Restos de frutas y verduras, hojas secas, posos de café y otros materiales biodegradables… todo sirve para crear un nuevo manto de nutrientes, gracias a los microorganismos, las bacterias, los hongos y las lombrices. Abono de altísima calidad, sin químicos, que podemos fabricar con pocos ingredientes muy fáciles de conseguir.

Fabrica abono casero de calidad con solo tres ingredientes

Vamos a partir de los principios de un compostaje básico para elegir ingredientes que nos permitan obtener un abono de calidad sin complicarnos la vida. Es importante escogerlos en función de los nutrientes que aporten. Por ejemplo, una mezcla de verdes (ricos en nitrógeno) y marrones (con aporte importante de carbono). Restos de frutas y verduras (cáscaras de plátano, peladuras, hojas de lechuga, tomates pasados), césped cortado y posos de café serían ideales para la parte verde del compost. Para los materiales marrones, hojas secas, ramas pequeñas, cartón o papel sin brillo.

Sabida la teoría, pasemos a aplicar la parte práctica simplificando los ingredientes al máximo: cáscaras de huevo, restos de café (o borra) y hojas secas.

  • Las cáscaras de huevo aportarán magnesio, potasio y, sobre todo, calcio, un mineral que ayuda a fortalecer las plantas y les permite desarrollar raíces.
  • Por su parte, los restos de café nos darán el componente de nitrógeno, clave en la fotosíntesis. Otra ventaja importante: aportan estructura al suelo y mejoran su capacidad para retener agua y aire.
  • Las hojas secas equilibrarán la relación carbono-nitrógeno, básico en cualquier proceso de compostaje, ya que ‘dopa’ con energía a los microorganismos encargados de descomponer los restos orgánicos.

Una vez recolectados los ingredientes, toca prepararlos.

Los posos de café no es necesario triturarlos, pero las cáscaras de huevo, los restos de fruta, si hubiéramos decidido añadir algún ingrediente más, y las hojas secas, hay que machacarlos lo máximo posible para facilitar que se integren unos con otros en la mezcla final. El truco, rápido y efectivo, es meterlos en un molinillo eléctrico, que hará la tarea en segundos. Una regla fácil de recordar para un buen abono casero es la de “una parte de verdes y otra de marrones”, o lo que es lo mismo, un equilibrio entre el nitrógeno de los materiales verdes y el carbono de los marrones.

  1. Comenzamos colocando una capa de hojas secas de unos 20 cm de espesor para crear una primera base de carbono, capaz de drenar correctamente. El recipiente puede ser un compostador comercial o un contenedor hecho en casa. Lo importante es que permita una buena circulación de aire y tenga un sistema para controlar la humedad. Dependiendo de lo ‘manitas’ que queramos ser en el proceso de obtener humus, optaremos por uno u otro.
  2. En la segunda capa, menos densa (bastan 5-7 cm), añadiremos los restos de café. Con ellos equilibraremos la parte de nitrógeno que aportan las hojas secas de la primera base.
  3. Espolvoreamos a continuación una tercera capa generosa con las cáscaras de huevo para equilibrar con calcio la mezcla.
  4. Repetimos el proceso de las capas otra vez con la regla en la cabeza: hojas secas, posos y, por último, cáscaras de huevo.

A partir de este punto, conviene seguir algunos consejos de mantenimiento para obtener un compost de calidad. El primero: la humedad mínima. Si está demasiado seco, es posible que aparezcan malos olores y los microorganismos no puedan descomponer eficazmente la materia orgánica. Hay que mojarlo con un poco de agua de vez en cuando, sin pasarse. Si hay exceso de humedad, entonces hay que reequilibrarlo añadiendo materiales que reabsorban el exceso.

Cada dos semanas más o menos hay que controlar el oxígeno mezclando bien los materiales con una pala. 

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