Europa lleva años tratando de reducir drásticamente la siniestralidad en sus carreteras a través de diferentes programas y medidas encaminadas a aumentar la seguridad de conductores y peatones. Una de ellas es la obligación de los fabricantes de instalar asistentes de conducción (ADAS), sobre todo en los coches nuevos. Hablamos de cámaras traseras y delanteras, láseres y ultrasonidos que detectan situaciones de peligro y preparan el coche para afrontarlas.
Este sistema está convirtiéndose poco a poco en el estándar; particularmente, el asistente de frenado de emergencia autónomo (AEB), una herramienta que ha demostrado ser eficaz a la hora de detectar peatones y ciclistas. Utiliza una serie de tecnologías de última generación cada vez más extendidas en los equipamientos de los coches nuevos.
La clave del EAS es el escáner de la carretera, en la que detecta con antelación vehículos y peatones con una eficacia del 60%, según recientes estudios. Como explican desde Ford, “cuando detecta un peatón delante del coche y se avecina una posible colisión, el conductor recibirá una alerta sonora y visual. Si no reacciona, el sistema aplica los frenos automáticamente y se reducirá la velocidad”.
Por la parte que afecta a los conductores, el aviso sonoro es clave, pues de alguna manera les permite anticiparse. También el sistema de seguridad del vehículo juega un papel fundamental. En algunos se utiliza lo que se conoce como tecnología de precarga de frenos, con el que se reduce el tiempo de respuesta en caso de una colisión y los frenos ya están preparados para una frenada brusca en condiciones adversas (un peatón que no ha logrado apartarse a tiempo).
Más allá de lo eficaz del sistema, en realidad el AEB está integrado dentro de una serie de tecnologías de hardware y software que permiten esta evaluación y respuesta autónoma del coche a la colisión. Hablamos de cámaras delanteras y traseras, sensores de ultrasonido que recopilan datos del entorno el tiempo real y los procesan a través de unidades de control electrónico. Con diferentes algoritmos, las ECU pueden tomar decisiones en cuestión de segundos y activar el sistema de frenado avanzado antes del desastre. Se ha comprobado que son capaces de detectar peatones a más de 200 metros.
Muchos de los coches nuevos ya integran en sus equipamientos todo un sistema de seguridad que combina el uso de las cámaras, para calcular imágenes del entorno y procesar objetos; sensores de radar que emiten ondas para detectar obstáculos y objetos cerca del vehículo y análisis de datos en tiempo real, en particular, los algoritmos de reconocimiento de objetos. Estos identifican patrones que coinciden con la forma y el movimiento de los peatones.
La clave está en el nivel de riesgo de colisión en relación a la distancia del peatón y su velocidad respecto a la trayectoria del vehículo. Si el sistema de seguridad evalúa la situación como de alto riesgo, se activará el asistente de frenado autónomo para evitar el accidente.
De momento, el EAS no es una tecnología eficaz al cien por cien, pero sí ha demostrado ser un ‘Pepito Grillo’ excelente para evitar accidentes que, con coches que no incorporan esta sistema de frenado autónomo, se habrían producido con mucha más facilidad.