La mayoría de conductores pone atención a las normas y toman ciertas precauciones antes de circular por las carreteras para que el viaje sea seguro y tranquilo. Esto no quita para que podamos toparnos con un control de carretera, un dispositivo de seguridad más que habitual.
Los datos así lo confirman: según anunció el Gobierno hace algunos meses, se prevé incrementar este tipo de controles en un 10% durante el año 2024. Las estimaciones de la Guardia Civil y la DGT siguen la misma senda. Se realizarán más de 5 millones de pruebas de alcohol y drogas para garantizar la seguridad de nuestra red viaria de carreteras y autopistas.
No importa que tengamos años de experiencia al volante, encontrarse con uno de estos cordones de conos y agentes de tráfico que nos piden que aminoremos la velocidad puede poner tenso a cualquiera. No se libran ni los conductores más veteranos.
Un control no es agradable para nadie y genera cierta tensión, pero no es el fin del mundo.
La estructura que utiliza la DGT, la Guardia Civil o la Policía Nacional es bastante simple: veremos un acceso con algunos agentes que criban a los coches y vigilan para que no cambien el sentido de la marcha. Después, el operativo central donde se realiza la inspección de seguridad y, finalmente, una salida debidamente asegurada con la clásica cadena de pinchos para que ningún vehículo tenga la tentación de fugarse.
Siempre los veremos en zonas visibles de la carretera, con sus correspondientes avisos luminosos y un perímetro de seguridad acotado por media docena de coches, los que corresponden al operativo. Un kilómetro antes nos toparemos con varias señales para ir reduciendo la velocidad. En cuanto a los agentes de tráfico, también los reconoceremos a cierta distancia gracias a la ropa reflectante y los rotativos de sus vehículos. Se concentrarán en uno de los carriles. Por ese punto tendrán que pasar todos los coches que circulen por esa vía.
Debemos tener claro qué derechos nos asisten como conductores y saber cómo se espera que actuemos ante esta inspección de seguridad. ‘Rutinaria’ o ‘estándar’ son las palabras que debemos tener presentes. Lo principal: no tenemos nada que temer, en principio. Si respetamos las normas y no conducimos bajo el efecto de sustancias prohibidas, todo lo más que puede pasar es que alguno de los agentes de la autoridad (Policía municipal, Guardia Civil de Tráfico, Policía Nacional o los Grupos de Acción Rápida (GAR)) nos pida la documentación y tengamos que realizar una prueba de alcoholemia o de drogas. Pasado ese trámite, nos dejarán circular.
La Guardia Civil recuerda periódicamente en sus redes sociales cómo actuar para salir airosos, en cinco pasos muy sencillos.