La conservación de semillas es un aspecto esencial para cualquier persona que quiera iniciarse en la jardinería con ciertas garantías de éxito, pero a menudo genera muchas dudas entre quienes tienen un huerto o un jardín y no saben cómo aprovechar al máximo su capacidad. Surgen preguntas muy típicas: ¿Qué viabilidad o capacidad de germinar tienen unas semillas frente a otras? ¿Cuánto duran? ¿Cómo fijarse en la variedad para saber cómo debemos preservarla?
Saber conservarlas de forma correcta nos va a permitir mantener la diversidad genética y sacarles todo el potencial a nuestras plantas de huerto.
Antes de abordar cualquier técnica de conservación, es importante garantizar que las semillas estén completamente secas. La humedad puede ser perjudicial, ya que fomenta el desarrollo de hongos y reduce la viabilidad de los futuros brotes. De hecho, si contienen más de un 10% de humedad podrían comenzar su proceso de germinación, algo que no nos interesa en absoluto. Queremos sembrar las semillas en el momento y lugar correctos, ya sea en el huerto o en los semilleros. Es recomendable renovarlas cada pocos años para garantizar una buena tasa de germinación. Esto también permite mantener la diversidad genética y adaptar las plantas a las condiciones específicas de nuestro jardín.
Para secarlas, solo hay que extenderlas encima de un papel absorbente. Así lograremos que circule el aire de forma eficiente. No es recomendable ponerlas a secar al sol, porque podrían estropearse. Otro aspecto importante a tener en cuenta es el lugar donde las conservamos. Las semillas secas deben almacenarse en condiciones óptimas para mantener su calidad. Siempre es mejor guardarlas en un lugar fresco y oscuro (armarios, neveras…), con una humedad controlada, menor del 10%.
Multitud de pequeños recolectores y personas aficionadas a la jardinería cuentan con frigoríficos de tamaño reducido aptos para la conservación. Lo importante es que el lugar donde nuestras semillas estén a buen recaudo mantenga una temperatura constante, entre los 2 Cº y los 15 º. A evitar los balcones o los lugares que puedan sufrir cambios bruscos de temperatura.
Para guardarlas, utilizaremos recipientes herméticos, y, a ser posible, opacos. Esto las protegerá de la humedad y las plagas. En algunos casos serán semillas pequeñas y nos valdrán perfectamente bolsas de zip; en otros, botes de cristal, más adecuados para semillas grandes. Incluso los tubos de ensayo típicos de un laboratorio, bien cerrados, podrían servirnos perfectamente.
Como medida preventiva, podemos introducir algunas bolas de algodón o bolsas de gel de sílice en el fondo del recipiente de cristal para absorber cualquier resto de humedad. Es imprescindible realizar un registro del contenido de cada recipiente. La etiqueta debe contener información detallada: nombre de la planta, año de recolección y cualquier otro dato que pueda ser relevante para el buen funcionamiento de nuestro jardín y nuestro huerto.