La presencia de ventanas correderas en una vivienda es una elección bastante común. Nadie duda de que proporcionan innumerables ventajas, tanto por su diseño como por su facilidad de uso, aunque también suelen plantear desafíos significativos. El principal: cómo mantener una temperatura adecuada en el interior y no morir (de frío) en el intento.
Los problemas relacionados con el descenso térmico en las viviendas que cuentan con este tipo de ventanas son variados, especialmente en ciudades y poblaciones con un clima invernal duro. Van desde la pérdida de calor hasta la formación de condensación.
Los grandes problemas de las ventanas correderas
Uno de los peores inconvenientes con los que nos encontramos cuando vivimos en una casa con este tipo de ventanas es la falta de eficiencia energética. A menudo presentan brechas entre los paneles y permiten la infiltración de aire frío, creando corrientes que desafían nuestros esfuerzos por mantener una temperatura constante. Además, la mayoría de estos sistemas no ofrecen el mismo nivel de aislamiento térmico que otro tipo de ventanas. Una vivienda mal aislada no solo reduce calidad de vida, sino que su valor en el mercado es menor que el de otras que cuentan con mejores sistemas de aislamiento térmico.
La condensación es otro handicap bastante común entre quienes asisten a la pérdida constante de calor en su casa. La diferencia de temperatura entre el interior y el exterior de la vivienda puede provocar la formación de condensación en los cristales, lo que no solo reduce la visibilidad, sino que también puede contribuir a problemas de humedad y moho si no se aborda adecuadamente. Además, su mantenimiento puede ser más complicado en climas fríos, ya que las piezas móviles pueden congelarse o sufrir problemas de funcionamiento.
Si nuestra casa cuenta con este tipo de ventanas y percibimos continuamente cambios bruscos en la temperatura del interior, lo primero que debemos hacer es tratar de mejorar en lo posible el aislamiento térmico para aumentar la eficiencia energética.
De nada servirá subir la calefacción si los paneles de las ventanas filtran el frío y la temperatura se mantiene constantemente baja. Además de la poca eficiencia energética que obtendremos, el gasto asociado a la calefacción aumentará y nuestro bolsillo acabará notándolo.
Los expertos recomiendan protección extra a través de diversos sistemas combinados.