La berenjena es una hortaliza que se emplea en muchas preparaciones y recetas. Su temporada óptima de consumo es en otoño y en invierno y, aunque ahora podemos encontrarla en el supermercado casi todo el año, también podemos aprender a congelarla para poder tomarla en temporada y algún tiempo después.
La congelación no solo nos ayuda a alargar la vida de la berenjena, también lo hace preservando sus propiedades, como su sabor, suave y con un toque amargo, su color y otras características, como su bajo aporte de calorías.
Es importante saber cómo congelar los alimentos para que estos no se estropeen y se mantengan siempre en su mejor momento. No todas se congelan igual, por ejemplo, las berenjenas no conviene congelarlas crudas y siempre es preferible hacerlas pedazos, esto además nos facilita congelarla en porciones, que hace que sea más sencillo usarla en la cantidad deseada cuando la descongelamos.
Las berenjenas se congelan mejor escaldadas, para ello, será necesario lavarlas y cortarlas en rodajas de grosor medio. Mientras tanto podemos poner una cazuela con agua a hervir. Una vez que hierva, le añadiremos zumo de limón, lo que evitará que las berenjenas se oxiden más adelante. A continuación se escaldan las berenjenas en tandas, durante unos dos minutos.
Al sacarlas, es importante meterlas en un bol con agua fría y cubitos de hielo, que corte por completo la cocción. Una vez que estén bien frías, solo habrá que secarlas, con un paño o con papel de cocina, y guardarlas en una bolsa al vacío o herméticas, especial de congelado. Si guardamos los trozos de berenjena dentro de la bolsa sin que se toquen, podremos emplearlos en varias ocasiones, si las almacenamos todos juntos, tendremos que descongelarlos todos cuando los queramos usar.
Las berenjenas también se pueden congelar cocinadas, podemos preparar varias berenjenas rellenas y congelar las que no sobren para otra ocasión en las que nos apetezca tomarlas. En este caso lo mejor es congelarlas en un táper, porque es importante que no se vuelquen. En caso de que no tengas hueco para un táper, puede colocarlas en un plato, dejarlas un par de horas en el congelador y cuando ya estén casi congeladas, envolverlas en film transparente individualmente.
Si las has cocido, puedes congelarlas usando un táper, tal y como recomiendan en El Mundo, eso sí, sécalas bien antes y no llenes la tartera hasta arriba, porque pueden crecer ligeramente. Si las berenjenas están rebozadas, quita el exceso de aceite y guárdalas en una bolsa especial para congelados, recordando que en este caso aguantarán menos tiempo.
Como ves, hay muchas maneras de preparar las berenjenas, los que hacen de ellas un estupendo aliado en la cocina. Se pueden usar en guisos, como acompañamiento o como elemento principal de un plato. Además, bien conservadas y congeladas de la manera adecuada a cada preparación, podemos cocinarlas en mayor cantidad y guardarlas para otra ocasión, lo que sin duda facilitará nuestros planes en el futuro.