Las Navidades son fechas de reuniones, reencuentros, pero sobre todo, de sentarse alrededor de una mesa mientras comemos los platos típicos de estas fiestas, que suelen ser característicos de cada hogar, aunque haya algunas recetas comunes. Días de cenas y comidas en las que el anfitrión se esfuerza porque la velada sea del agrado de todos y por eso cuida todos los detalles.
Desde los platos que pone sobre la mesa al menú con el que los llena, pasando por la decoración de la casa, todo suma para intentar que la comida luzca lo mejor posible y los invitados puedan disfrutar al máximo de ella. En esta ecuación es importante no olvidarse nunca de las bebidas.
Tanto si se espera beber mucho, como si solo se bebe para brindar, lo más habitual es tener varias opciones de vinos para escoger. Se trata de una noche en la que es importante disfrutar, por lo que no importa tanto qué vino marida mejor con la cena como el humor y la apetencia de los comensales.
Recuerda que, además del vino, siempre conviene tener también a nuestra disposición el agua. El vino se disfruta más con moderación y los buenos bebedores saben que el agua es imprescindible en la mesa. Una buena proporción sería un vaso de agua por cada uno de vino que tomemos.
El vino es un elemento más de la cena de Nochebuena, no solo un acompañamiento, de hecho, tradicionalmente, se sirve antes de comenzar la cena. Como con todo lo demás, no es bueno quedarse corto, pero tampoco conviene pasarse y se suele recomendar que haya una botella por cada cuatro comensales, aunque si quieres ir sobre seguro, añade una botella extra para evitar quedarte sin.
En general, lo que suele hacerse en las cenas de Nochebuena es probar varios vinos, beber un poco para acompañar los alimentos, por eso nadie espera que las copas estén colmadas, lo ideal es llenar un tercio de la misma. Esto cambia con los vinos espumosos, en cuyo casi sí que hay que llenar la copa.
Cada vino se sirve a una temperatura, pero si vamos a llevar a la mesa un vino que ha de servirse frío y no nos hemos dado cuenta de refrigerarlo con tiempo, hay algunos trucos que podemos poner en práctica, como sumergirlo en un cubo con agua, hielo y sal, o meterlo al congelador envuelto en un paño húmedo, aunque en este caso es importante acordarse de sacarlo.
Una vez que está en la copa, muchas personas recurren al hielo para enfriarlo, pero esto agua el vino, por lo que se suele recomendar congelar unas uvas para añadirlas si fuera necesario.
¿Qué hago si se rompe el corcho? En estos casos la solución es la más evidente, no hay sorpresas. Intenta sacarlo con cuidado con el sacacorchos y si es imposible, será necesario empujarlo hacia dentro de la botella. Puedes usar un colador después para evitar que los pedazos de corcho pasen en las copas.
Recuerda beber con moderación, disfrutar la velada y respetar la decisión de quien opta por no beber alcohol.