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En otoño cambiamos el ánimo. No solo se enfría el ambiente y menguan las horas de luz, sino que también podemos asistir a un espectáculo en el cielo que no se repite en ningún otro momento del año. Es la estación perfecta para salir fuera de la ciudad, mirar la vasta extensión del cielo estrellado y sentir que nos perdemos en la inmensidad de las constelaciones.
Siempre están en el mismo sitio, pero en el hemisferio norte somos capaces de verlas desde finales de septiembre hasta los estertores de diciembre.
Aplicaciones como Star Walk, Sky Safari y Sky Map nos serán de gran ayuda para identificar los puntos en el cielo estrellado. Lo más importante es alejarse de los cúmulos de contaminación y la boina típica de ciudades grandes como Madrid o Barcelona. El cielo despejado con la menor contaminación lumínica posible es fundamental para localizar todas las constelaciones de las que te hablamos a continuación.
Mirando hacia el norte, sobre las once de la noche, puede distinguirse la Osa Mayor, una de las constelaciones más famosas del cielo. Generalmente reconocemos la cola y el cuerpo, pero en realidad fue una de las cuarenta y ocho constelaciones que identificó el astrónomo Ptolomeo en el siglo II d. C, bautizada en un principio como Arktos Megale. Según la mitología, representa a Calisto, la compañera cazadora de Artemis. Aunque la versión del mito varía de unas fuentes a otras, en una de ellas Calisto fue convertida en una osa por Hera, la esposa de Zeus.
Si seguimos la dirección de las estrellas del carro (o cazo) en vertical encontraremos la estrella Polar. Siempre señala al punto cardinal Norte, y representa el extremo de la cola de la Osa Menor. Debe su nombre a una ninfa que crio al niño Zeus.
Gracias a la reconocible forma de M o W, es muy llamativa y fácil de localizar en el cielo cuando hay buena visibilidad nocturna. Se dice que tiene forma de Reina sentada en su trono. Una monarca vana y jactanciosa asociada a la lluvia de Perseidas, y la constelación más grande del hemisferio norte.
Justo a la izquierda de Casiopea se puede ver claramente esta otra constelación, representada por una suerte de casa invertida.
A la izquierda de Cefeo nos topamos con El Dragón, cuya parte más reconocible es la cabeza. El cuerpo de esta constelación, muy extensa, puede verse entre la Osa Mayor y la Osa menor
Si tomamos como referencia las dos estrellas de la parte superior de la cabeza de la Osa Mayor y seguimos en dirección transversal hacia el noreste encontraremos a Capella, la sexta estrella más brillante del cielo nocturno, a unos 42 años luz de la Tierra. Forma parte de la constelación del Áuriga, con la forma del casco del carro de caballos. Tiene una forma geométrica, a medio camino entre un pentágono y un hexágono.
Representa al monstruo marino que Perseo venció tras rescatar a Andrómeda de sus fauces.
Entre el Auriga y Tauro, subiendo la mirada hacia el norte.
La reconoceremos por el grupo de estrellas que forma la jarra. Justo a la derecha, en dirección sureste, encontramos Capricornio.
El gran cuadrado, muy reconocible. Las estrellas que lo llenan brillan tan poco que el centro parece vacío. Está formado por tres estrellas de la constelación de Pegaso y una de la de Andrómeda. En Mitología, la constelación representa parte del cuerpo del caballo alado que brotó del cuerpo de Medusa cuando fue decapitada por Perseo.
Tomando como referencia la estrella superior izquierda del cuadrado de Pegaso, un poco más arriba, a la izquierda, se localiza Andrómeda. En la mitología, fue encadenada a una roca para ser devorada por el monstruo marino.
Si tomamos como referencia Capella y miramos en dirección este encontramos Tauro, una de las trece constelaciones del Zodiaco, con Aldebarán como estrella más brillante (el ojo inyectado en sangre del toro). Cuenta con dos cúmulos de estrellas principales que se distinguen a simple vista: las Pléyades y las Híades, el cúmulo abierto más cercano al sistema solar.
Tauro suele ser visible en estas fechas a partir de las 10 de la noche. En el relato mitológico, representa la mitad frontal del cuerpo del astado en el que se transformó Zeus para secuestrar a Europa.
Un poco más arriba de Tauro. En la mitología, el carnero con el vellocino de oro.