Cuando llega el verano y las temperaturas se disparan en los termómetros, solemos perder el apetito. El calor provoca que tengamos menos ganas de comer y que huyamos de los alimentos más calóricos, optando en la medida de lo posible por comidas más “frescas” y por la ingesta de líquidos. Pero ¿qué ocurre cuando pasamos mucho tiempo bajo el aire acondicionado? ¿Es cierto que en ese caso tenderemos a engordar?
Cuando hace frío, el cuerpo humano necesita consumir más calorías para enfrentarse a esa bajada de temperaturas. De hecho, es un mecanismo de defensa para evitar los contratiempos de pasar frío. En cambio, cuando hace calor esa necesidad desaparece, de manera que perdemos el apetito. Obviamente esto sucede en verano, cuando el calor aprieta.
Sobre ello habla en su blog Malnutridos el especialista Javier Sánchez Perona, científico titular del CSIC, quien asegura que “comer produce calor”, a lo que añade: “Si además, la comida está caliente, el efecto es aún mayor. Por el contrario, la comida fría minimiza el efecto térmico de la comida. En efecto, uno tiene la impresión de que si la comida se sirve a una temperatura inferior a la corporal, tendrá un efecto de enfriamiento. Por eso en verano nos apetecen tanto los helados o el gazpacho bien fresquito”.
Esta afirmación puede llevar a afirmar que estar bajo la temperatura fresca del aire acondicionado influirá en que aumente el apetito. A fin de cuentas, no es lo mismo aguantar 30º que estar plácidamente disfrutando de 22º.
Pues bien, el propio Sánchez Perona se refiere a algunos experimentos que se han realizado en las últimas décadas. Por un lado, apunta el truco de algunos restaurantes de bajar la temperatura para aumentar el consumo, después de que en una encuesta de 1991 realizada en Estados Unidos se demostrara que cuanto mayor era la temperatura, menos comida pedían los comensales.
Por otro lado, en el blog de Malnutridos también se refiere a una encuesta que se realizó en Reino Unido, en la que se llegaba a la conclusión de que el índice de masa corporal era menor en las viviendas donde la temperatura media era de 23º que en las que tenían 19º. Es decir, cuanto más frío se pasa, más necesidad de comida existe y, aunque el cuerpo necesite esas calorías adicionales, el peso tiende a aumentar.
Sánchez Perona concluye su teoría con las siguientes palabras: “Parece ser que el aire acondicionado engorda porque estando fresquitos se nos despierta el apetito, pero quedan muchas preguntas aún sobre la mesa”. Así pues, no se puede afirmar que pasar el verano bajo el aire acondicionado provocará que engordemos, ya que hay otros factores como el sedentarismo y el tipo de alimentos que se ingieren. De lo que no hay duda es de que pasaremos menos calor y, por lo tanto, nuestro apetito será el habitual.