El gel de sílice, también denominado silicagel, es una sustancia química de aspecto cristalino. Muy poroso, está considerado como uno de los productos con mayor capacidad de absorción; de hecho, puede reducir la humedad hasta en un 40% en espacios cerrados. Es por ello que se emplea para que las condiciones del producto no se estropeen durante su transporte o almacenaje.
Por si aún no has caído en ello, hablamos de las pequeñas bolsas blancas con bolitas que encontramos cuando compramos ropa, calzado, bolsos o artículos tecnológicos. Es decir, a pesar de que en la mayoría de las veces terminan en la basura u olvidadas en rincones, resultan mucho más útiles de lo que podemos pensar.
El gel de sílice se conoce desde 1640, pero durante muchos años fue una simple curiosidad científica. Fue en la I Guerra Mundial cuando empezó a usarse en máscaras antigás para la absorción de vapores. A partir de ahí, ganó protagonismo y a mediados del siglo XX llegó a los museos para controlar la humedad relativa.
Aunque no es tóxico, inflamable ni químicamente reactivo, en el envoltorio advierten de su peligrosidad debido al cloruro de cobalto que tiene como aditivo para indicar la humedad del gel.
Dicha sustancia otorga a las bolitas color azul cuando están secas y rosa cuando se humedecen, por lo que nos avisa del momento en el que debemos cambiar el gel. A continuación, indicamos algunas de las numerosos empleos que se pueden dar a estos pequeños saquitos de bolas.
Seca los aparatos tecnológicos. Cuando nuestro móvil, reloj o tablet sufre un ataque acuático, la solución más popular es meter el aparato tecnológico en arroz. Además de este sistema, las bolitas de gel de sílice también sirven para absorber la humedad que ha quedado dentro del mismo.
Conserva las flores y guarda las semillas. Si quieres mantener una flor bonita durante mucho tiempo, puedes cubrirla con el gel de sílice. Procura que las flores queden totalmente sumergidas y espera de 2 a 3 días para quitarles las bolitas. Sin embargo, nunca aguantes más de cinco días porque la flor se deterioraría. Además, si te gusta cultivar tus plantas, te serán de lo más útiles las bolsitas. Al guardarlas junto a las semillas evitarás que estas se oscurezcan con la humedad.
Mantiene el brillo de la plata. Para impedir que la plata vaya cogiendo un color negro con el tiempo o la humedad del ambiente, utiliza una bolsita de gel de sílice en el interior del joyero y lucirás tus anillos, pendientes y pulseras como si fueran recién compradas.
Conserva las piezas metálicas. Del mismo modo que sucede con la plata, la humedad causa estragos en las piezas metálicas creando una capa de óxido que las deteriora. Si utilizas estas bolsitas para meterlas en el interior de las piezas, evitarás que esto ocurra.
Protege los retratos del paso del tiempo. Para que el transcurrir de los años no estropee los retratos en papel fotográfico, estas bolsitas de sílice serán unas grandes aliadas y velarán por su perfecta conservación.
Neutraliza los malos olores. Las mochilas o bolsas que utilizamos para ir a la piscina, al gimnasio o, incluso, a la playa acaban cogiendo un olor desagradable a causa de la humedad de la ropa, las chancletas o los champús. Un arma eficaz contra el mal olor es depositar un par de bolsitas de sílice en el interior. Con el mismo objetivo se pueden introducir en los armarios.
Alarga la vida de las cuchillas de afeitar. El baño es uno de los lugares de la casa que acumulan mucha humedad, algo que inevitablemente daña a las cuchillas de afeitar. Para alargar su vida útil y no tener que reemplazarlas tan habitualmente, lo acertado es meterlas en un recipiente cerrado con estas bolsas de sílice.
Evita la condensación dentro del coche. Cuando bajan las temperaturas, es normal que se empañen los cristales del vehículo. Una bolsita de gel debajo del parabrisas impedirá que esto suceda.