El amoníaco es un compuesto químico de nitrógeno que no falta en ningún hogar. Su gran poder desengrasante y quitamanchas lo convierte en un producto efectivo para la limpieza que lleva utilizándose mucho tiempo. Lo usaban nuestros abuelos, nuestros padres, y ahora lo hacemos nosotros. Pero, ¿conoces todos sus usos? Te contamos cómo sacarle partido.
El amoníaco se utiliza en las industrias química, alimentaria y agrícola y, aunque es un químico fuerte (con un olor igualmente fuerte), es muy efectivo en la producción de fertilizantes, de tintes para textiles y para el cabello, y como agente de limpieza. Nos centraremos en este último uso: ¿cómo puede servirnos el amoníaco en el hogar?
El uso más común de este producto es el de eliminar la grasa acumulada en nuestra cocina, ya que dejará impolutos desde las ollas, vajillas y vasos hasta los azulejos. Para ello, diluye el amoníaco en agua y usa un trapo húmedo para retirar la suciedad.
También te ayudará a limpiar el horno y la campana extractora, donde quitar la grasa acumulada después de su uso es de las tareas que más se resisten del hogar.
El baño es otro lugar clave de la casa, donde afloran las bacterias y microorganismos y se acumulan desde pasta de dientes hasta restos de jabón que, cuando se secan, también puede resistirse bastante a ser eliminados. El amoníaco es muy útil para estos casos, además de ser un desinfectante, por lo que es importante usarlo de vez en cuando especialmente si tenemos mascotas.
Los vidrios y ventanas de la casa se ensucian con la lluvia, con los hocicos de nuestras mascotas, los dedos de los niños, el vapor de la cocina y otras muchas fuentes de suciedad. El amoníaco es efectivo para su limpieza y además no raya los cristales.
También lo es para los muebles de madera, que pueden absorber grasa y humedad y, al ser un material delicado, debe ser limpiado con algo efectivo.
Por último, los suelos pueden limpiarse con o sin amoníaco, pero puntualmente conviene usarlo, puesto que eliminará toda la grasa y las bacterias que traemos de la calle en nuestros zapatos.
Las manchas de grasa en los textiles son los que más se resisten. Utiliza muy poco amoníaco (de lo contrario puede dañar la tela) y mézclalo con agua para darle un repaso a tu ropa, alfombras, toallas o calzado.
En algunas épocas del año los bichos como hormigas y cucarachas pueden ingresar en nuestro hogar. Para evitarlo, utiliza amoníaco, que es un potente antibacteriano. Úsalo en pequeña cantidad diluido con agua y friega el suelo.
Utiliza amoníaco o lejía para los rincones donde se acumula moho y óxido. Siempre con guantes, en la cantidad recomendada y con la debida ventilación.
Nuestras prendas, electrodomésticos y algunos rincones del hogar pueden coger mal olor por la humedad, por ejemplo nuestra lavadora o lavavajillas. Para quitar los malos olores, utiliza un poco de amoníaco para limpiar al menos una vez al mes.
El amoníaco ayuda a recuperar el brillo de los objetos metálicos como joyas y trazas de plata o de oro. En un barreño con agua tibia vierte un tapón de amoníaco aproximadamente y humedece un paño para darle un repaso a tus joyas sin prolongarte mucho, para no dañarlo, y utilizando siempre guantes.