La NASA llevaba una semana anunciando que, muy pronto, daría una gran noticia. La expectación ha hecho que la gran mayoría de los medios de comunicación españoles hayan difundido la información que tanto deseaba dar la agencia espacial norteamericana: que es posible que en una de las lunas de Júpiter haya vida extraterrestre.
Evidentemente, no se refieren a las especies alienígenas que solemos ver en las películas de Hollywood (o en Stranger Things); sino a posibles microorganismos que, por si alguien lo ha olvidado, fueron el origen de la humanidad.
El descubrimiento en concreto es la presencia activa de unos gigantescos chorros de agua en la superficie de Europa, la gran luna helada jupiteriana. ¿Que se haya encontrado agua es un hallazgo tan revelador e importante? No. Hay otras lunas con agua en nuestra galaxia, como, por ejemplo, Encelado, el sexto satélite más grande de Saturno.
Pero (y aquí viene lo verdaderamente insólito) el hecho de que el agua presente un movimiento físico en forma de géiser generado por el calor del núcleo del satélite ha hecho sospechar a los científicos de la NASA que debajo de la gran capa de hielo que cubre la Luna puede haber un inmenso océano de agua salada. Y en este mar, que sería más grande que todos los de la Tierra juntos, podría encontrarse el tercer elemento del principio de la vida: la materia orgánica.
"Los géiseres nos permitirían buscar vida en la superficie de Europa sin tener que taladrar el hielo",ha dicho Geoff Yoder, viceadministrador de la NASA. El inconveniente es que la 'jornada laboral' del telescopio Hubble por esta luna terminará relativamente pronto por lo que, quizá, debamos esperar al año 2022 –cuando comience la misión JUICE – para saber si tenemos vecinos europeos.