Asegurar el éxito de la descendencia de las tortugas boba, cuyas hembras se están “aventurando” a nidificar inesperadamente en nuevas playas españolas, como en Málaga, llenas de obstáculos, personas, excesiva iluminación y maquinaria es clave para la supervivencia de ese reptil milenario ahora amenazado. El principal motivo por el que está viajando a orillas hasta ahora inéditas para la especie es el calentamiento del mar.
Una hembra de tortuga boba (Caretta caretta), una especie apodada así por cabezona, por su gran testa, anidó en la madrugada del 3 al 4 de agosto en la playa urbana de Los Boliches, en Fuengirola (Málaga), para sorpresa incluso de los investigadores, por lo anormal del acontecimiento fuera de las cálidas aguas del Mediterráneo.
¿Será que una nueva población de una especie salvaje de este tipo de tortugas se esté estableciendo en las playas de la provincia de Málaga por el cambio climático? Así se lo pregunta en declaraciones a EFE el investigador José Carlos Báez, del Instituto Español de Oceanografía (IEO), que además es vocal de tortugas marinas en la Asociación Herpetológica Española (AHE) y miembro del comité de expertos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
La inesperada nidificación de este animal junto al mar de Alborán, de aguas frescas, en Málaga, abre ahora incógnitas sobre nuevas colonizaciones futuras de este reptil, cuyo comportamiento filopátrico hace que sus individuos regresen al lugar de nacimiento para reproducirse y poner sus huevos, como si estuvieran guiados por un sistema de geolocalización.
Pese a que las tortugas ya existían en tiempos de los dinosaurios, en el Jurásico, y la especie ha sobrevivido a glaciaciones y cambios climáticos muy adversos, actualmente “están bajo amenaza” por el calentamiento global y la actividad humana, especialmente la pesquera. Además, algunas culturas las matan como alimento y otras como supuesto afrodisíaco, aunque sin éxito, explica el experto.
Aunque la media de huevos que suele poner la hembra en cada anidación ronda el centenar, solo entre el 50/60 % llega a término y, de ellos, solo unos pocos individuos suelen alcanzar la vida adulta. La supervivencia de la especie está amenazada en esta era, además por un cambio climático de la mano del hombre que produce variaciones muy bruscas de temperatura, no lineales de forma global, sino con fuertes oscilaciones, que complican la adaptación de las especies a nuevos entornos.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), con sede en Suiza, acaba de reclamar en un informe, del que Báez es uno de sus autores, que se refuerce la protección de las zonas de anidación de estas tortugas tras las recientes puestas de huevos en el litoral español, no solo en Málaga, sino también en aguas cálidas del Mediterráneo, como en Tarragona (Cataluña) y Menorca (Baleares).
Lo inusual de la anidación junto al mar de Alborán es que su temperatura ronda habitualmente los 18 grados, aunque curiosamente en la fecha de la puesta de los 72 huevos observados en la playa malagueña de Fuengirola los valores eran máximos en un mes de agosto, con 26 grados. La arena de la playa es asimismo clave, dado que la temperatura determina el sexo de las crías, de modo que en umbrales de mucho calor siempre nacen hembras.
El hallazgo de este nido ha sorprendido además porque el mar de Alborán, colindante con la zona más occidental del Mediterráneo meridional, cuenta con un sistema oceanográfico complejo de corrientes submarinas, con intercambio de aguas del Atlántico, difícil de atravesar por las crías de las tortugas, que lo convierten en zona habitualmente solo de paso para ejemplares adultos, capaces de escapar a grandes peces y depredadores procedentes del Atlántico.
No habría sido extraño observar nuevos nidos de este animal en playas del Levante almeriense con tránsito de esta especie por el Mediterráneo, para culminar la colonización del litoral oriental de la Península Ibérica, en donde la presencia de estas tortugas no es inusual, como tampoco lo es en aguas atlánticas en el entorno del Estrecho de Gibraltar. Sin embargo, la nidificación a orillas del mar de Alborán es muy peculiar.
Báez no es partidario de que por temas de conservación los huevos sean trasladados por el hombre a playas protegidas distintas a las de la puesta elegida por la madre, y discrepa por ello, de las políticas que abogan por un “excesivo paternalismo” hacia estos animales, más allá de guiarlos, porque al final es perjudicial y les impide hacer por sí mismos “sus deberes”.
Si la madre ha elegido un lugar para anidar es por algo, precisa el investigador. “Hay que dejar libertad a la naturaleza para que siga su rumbo, con sus aciertos y sus errores en su evolución y adaptación a los cambios”, para solventarlos, como han venido haciendo las tortugas desde la época de los dinosaurios, concluye la entrevista de EFE.