Algunas especies arbóreas crecen sin que las copas de sus ramas se toquen. Este fenómeno excepcional de observación, llamado timidez botánica –no admitido por la comunidad científica– suele producirse, sobre todo, entre árboles de la misma especie.
Evitar propagación de insectos
Existen varias conjeturas sobre su origen, pero la mayoría de los especialistas consideran que este desarrollo tiene como objetivo primordial evitar la propagación de minadores, es decir que insectos y larvas de estos se propaguen en las arboledas.
Rareza vegetal
Su estudio se remonta a hace un siglo y no existe todavía una explicación científica que dé respuesta a esta curiosa rareza vegetal. Hay quienes también aseguran que es algo así como una poda recíproca en zonas donde son habituales los vientos, realizada por los propios árboles de manera natural para mantener el equilibrio. Y otros consideran que se debe al efecto de distintos fenómenos atmosféricos y climáticos.
Árboles de ramas flexibles
Se produce, sobre todo, en aquellos cuyas ramas son flexibles como los eucaliptos, las Pícea de Sitka, habituales en Canadá, y los alerces de Japón, y crean curiosas formas que recuerdan a un mapa de carreteras o un puzzle.
Mecanismo de reiteración
Entre los que más estudio ha dedicado a esta singularidad se encuentra Francis Hallé, un botánico galo que relaciona la timidez con el mecanismo de reiteración de los árboles, descrito por primera vez hace 45 años por el holandés Roelof Oldeman. Se trata de una manera vegetal de crecimiento por el que el árbol modifica su silueta a lo largo de su vida, siendo agudo durante la juventud y más esférico en la etapa adulta. Este científico observó este tipo de reiteración, sobre todo, en las pináceas (coníferas), fagáceas, mirtáceas y dipterocarpáceas-vochysiáceas.