La ciudad de Verjoyansk, en Siberia, cuenta con poco más de mil habitantes, y rara vez trasciende lo que allí pasa. Si acaso, oímos hablar de esta región de Siberia conocida como el “polo del frío” por las bajísimas temperaturas que alcanza, de las más bajas de la Tierra. La media de enero es de -46,2ºC. Pero recién estrenado el verano esta ciudad también estrena récord: ha registrado por primera vez los 38ºC, lo cual materializa el peor escenario previsto en Eurasia para 2100.
El calor está siendo extraordinario en el Ártico. Tanto, que está modificando el clima a nivel global y está mermando buena parte del hielo de la costa de Siberia. Los incendios que el año pasado superaron de largo cualquier registro anterior han sobrevivido al invierno bajo la nieve -son los que llaman 'incendios zombi'-, que ha actuado como una capa permeable de los vientos fríos polares… Y las previsiones no pueden ser más catastrofistas.
“La extensión del hielo marino a lo largo de la costa siberiana es actualmente un mínimo histórico para la fecha”, informaba el científico Zack Labe a través de un hilo de Twitter. Ya en mayo lo vimos venir. El mes fue el más caluroso que se ha vivido en Siberia desde que comenzaron los registros en 1979, lo cual desencadenó un desastre ecológico al derretirse el permafrost debajo de los soportes de los tanques de diésel y filtrarse el combustible al mar. Parece bastante claro que las 20.000 toneladas tóxicas irán a parar al Mar de Kara y, con el tiempo, al Océano Ártico.
La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) subrayó en su repaso estacional de la primavera, en videoconferencia vía Twitter, que si el permafrost de Siberia se funde, lo cual parece un escenario cada vez más probable, se liberarán cantidades masivas de metano retenido en esos suelos congelados. Este gas de efecto invernadero es de los que más contribuye al calentamiento del planeta y de los que más dura en la atmósfera, por lo tanto supondría que el calentamiento se aceleraría mucho y se fundiría más hielo. “Es la pescadilla que se muerde la cola”, fueron las palabras de la portavoz de Aemet, Beatriz Hervella, para definir la situación.
Este proceso de aceleración y retroalimentación se conoce como 'amplificación ártica', y en 2020 ha conducido, por el momento, al deshielo masivo y una ola de calor de seis meses que no se preveía hasta 2100. El escenario más catastrofista previsto se ha adelantado, por tanto, unos 80 años en "el polo del frío".