Los incendios en el entorno del Círculo Polar Ártico son la nueva normalidad. Todos los ojos miran a Siberia desde el no-invierno que se vislumbraba como una mancha roja en los mapas de temperaturas. Se teoriza incluso que las llamas no llegaron a apagarse bajo el tenue manto de nieve y el 2020 ha heredado las brasas de 2019. Desde el aire, las imágenes que graban los bomberos son devastadoras.
Los servicios de emergencia no dejan de llegar a Yakutia, también conocida como la república de Sakha, pero las llamas son más rápidas. Aunque los veintitantos grados que se registran a esta hora son un respiro comparado con las últimas semanas, se trata de una temperatura hasta 12ºC más elevada de lo que corresponde a la fecha en el norte de Rusia.
Se ha declarado el estado de emergencia en "7 entidades constitutivas de la Federación de Rusia", informa la agencia rusa para el manejo aéreo de incendios forestales, Aviales, entre las que se encuentran Krasnoyarsk e Irkutsk. A su vez, "se ha introducido un régimen especial de protección contra incendios en 52 estados".
Se habla de incendios zombi. Si bien el 2019 fue crítico –a estas alturas del año el Servicio de Vigilancia de la Atmósfera del programa Copernicus (CAMS) contabilizaba 100 incendios forestales de gran intensidad y de larga duración en el Círculo Polar Ártico–, el 2020 podría ser peor. Incluso se teme que arda el Parque Pleistoceno, creado para recrear la flora de la era del mamut lanudo.
“Siberia es inaccesible y está muy poco poblada”, recalcaba hace unos días un comunicado de la NASA. “La región está experimentando vientos más fuertes, lo que está ayudando a que los incendios progresen en todo el país. Aviales informa que 1,3 millones de hectáreas se están quemando en áreas de difícil acceso. La semana pasada se quemaron menos de 450 mil ha, lo que significa que el número de acres quemados se ha triplicado en una semana”, apuntaba.
Todo a pesar de los trabajos de extinción de los bomberos que, según Aviales, han conseguido sofocar solo entre el 29 de junio y el 5 de julio de 2020 un área de más de 67 mil hectáreas. Esto ha requerido de 5.088 personas, 785 equipos y 36 aviones, dicen, además de otros 65 aviones involucrados en el monitoreo de la aviación.