Separar a la madre de su bebé y más cuando es prematuro podría tener consecuencias
El efecto del piel con piel podría ser básico en los primeros momentos
Cuanto más pequeños son los bebés, más inestables están en la incubadora
Hay expertos que consideran que hay que colocar al bebé en la barriga de la madre
El neonatólogo sueco Nils Bergman, especialista en Neurociencia Perinatal, advierte de que la separación madre-bebé en los primeros minutos tras el parto interfiere en conexiones neuronales clave en el cerebro emocional del recién nacido. "Se realizan conexiones cerebrales emocionales a partir de los primeros 1.000 segundos de vida. La separación evita que se hagan tales conexiones. Cuanto antes permitamos que se realicen, más fuertes y seguras serán las conexiones", explica.
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El experto, que participará el próximo 5 de junio en Madrid en el seminario 'Neurociencia y Epigenética del nacimiento', organizado por el Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal', lamenta que en la actualidad la separación sigue siendo tan normal que no se asume "ningún daño" con ella: "Podemos demostrar que evitar la separación es mejor, pero la sociedad no puede creer que esto signifique que la separación sea perjudicial".
"El problema es que existe un retraso entre el conocimiento y la práctica porque los sistemas sanitarios son muy lentos para implementar los nuevos conocimientos. Por eso, diría que el mayor problema en este momento no es el conocimiento, sino los sistemas que impiden que los profesionales hagan buenas prácticas", afirma Bergman.
Según el doctor, en la transición fisiológica del bebé a la vida extrauterina se llevan a cabo "varios procesos críticos". El contacto de la madre con el bebé regula activamente estos procesos de la misma forma en que la separación los interrumpe. El efecto del piel con piel en ese sentido es igual de importante en los grandes prematuros
En la actualidad, Bergman está desarrollando un estudio multicéntrico en cinco países que pretende demostrar que el 'método canguro' también salva vidas en prematuros de hasta 26 semanas, lo que supondría una revolución en la atención a los bebés. Según el experto, muchas de las secuelas asociadas a la prematuridad podrían ser realmente secuelas de la incubadora.
"Ya hay dos ensayos controlados aleatorios sobre este tema que incluyeron a bebés prematuros grandes, de entre 1.200 y 2.200 gramos uno (2004), y de entre 1.500 y 2.500 gramos otro (2015), que han demostrado que cuanto más pequeños son los bebés, más inestables están en la incubadora. Es la biología de los bebés nacidos a término: la madre es el 'regulador' de la transición a la vida extrauterina y la salud posterior. La separación de los bebés es potencialmente dañina, porque la autorregulación dispara los niveles de cortisol, que son estresantes y pueden disminuir la capacidad de recuperación de los bebés", comenta.
Para el especialista, el mayor problema que provoca a corto plazo la ausencia de piel con piel es una mayor dificultad en el establecimiento de una lactancia materna óptima, que requiere de una "profunda conexión emocional" entre el bebé y la madre. "Hay mucha información errónea acerca de esto, con fuerzas poderosas tratando de persuadir a las madres de que no importa", apunta. En su opinión, sin embargo, el establecimiento de la lactancia materna "importa profundamente para la salud a corto plazo y para la salud física a largo plazo, para la inteligencia emocional y social, e incluso para un mayor coeficiente intelectual y para el ingreso en la adultez".
En paralelo a estos beneficios para el recién nacido, Bergman sostiene que también se producen una serie de procesos de plasticidad neuronal en la madre, que le otorgan una mayor resistencia emocional e, incluso, una mejor salud en la vejez. "Más que nada una buena lactancia facilita que el hecho de ser madre sea más natural, fácil y agradable", argumenta.
Hay que colocar al bebé en la barriga de la madre
Sobre las primeras horas de vida de un bebé, Bergman apunta que hay que comenzar colocando al bebé sobre la barriga de la madre, cubriéndolo y secándolo con una toalla caliente y sin cortar el cordón umbilical hasta más tarde. Cuando el recién nacido esté seco, hay que colocarlo sobre el pecho de la madre, manteniéndolo cubierto con otra toalla precalentada. "A partir de ahí no hay que molestarlos y hay que alentar a la madre a observar al bebé, hablándole o cantándole si quiere", aconseja.
Durante la siguiente hora, el bebé empezará a amamantarse sobre el pecho. Si no es así, debido a los medicamentos o a que es muy pequeño, la madre debe extraerse el calostro y dárselo al bebé. "Esto debe hacerse antes de los 60 minutos. Hay un buen suministro de calostro antes, pero nada después de esa hora", afirma. Después de la primera hora, el bebé debería dormir con la madre para, cuando se despierte, volver a mamar.
El experto concluye que la madre y el bebé nunca deben estar solos, así que cuando la madre necesite un lavado o un estiramiento, debe ser el padre el que realice el contacto piel con piel con el bebé hasta que la madre pueda continuarlo.