Línea invisible del Golfo de Alaska: el punto de encuentro de dos mares que nunca llegan a juntarse

Marcos Fernández 28/05/2017 10:24

¿Por qué ocurre?

Una de las principales razones por las que una llamativa franja de espuma blanca divide dos masas de agua claramente diferenciadas es el fenómeno conocido como eddy, visible desde los satélites. A gran altura, es un bello espectáculo en forma de coloridos remolinos. Sin embargo, desde la superficie marina, se distinguen las corrientes que arrastran consigo miles de sedimentos coloreando la superficie oceánica. Procedentes de los ríos del interior del estado de Alaska, desembocan con tanta fuerza en el océano que lo tiñen y ensucian.

Los eddies no son estáticos. No aparecen siempre en el mismo lugar. Esta barrera natural que parte el océano en dos mitades a lo largo de kilómetros no es fija. Cambia de tamaño, de longitud y de apariencia. Depende de los obstáculos naturales que encuentre e, incluso, de la situación meteorológica reinante en la zona. En condiciones adversas, como mar alterada o grades tormentas, la mancha de sedimentación es mayor y, por tanto, abarca una mayor superficie.

La tercera razón de peso por la que asistimos a este espectáculo es la densidad del agua, que es determinante y está relacionada con los dos factores anteriores. El hecho de que tenga densidades distintas se debe a que la temperatura de cada mar es diferente, mucho más fría en el caso del Mar de Bering. Además, el grado de salinidad también es menor por el agua dulce que aporta el Ártico (más clara). Desde los satélites también se aprecia con claridad el abanico de tonalidades.

En el caso del Golfo de Alaska, las arcillas del Ártico son las principales responsables de cambiar el color del agua (como en la imagen superior, la desembocadura de la izquierda) frente a las aguas del Pacífico que estás más limpias de sedimentos en pleno mar abierto. En otros lugares del mundo, otro tipo de materiales son los responsables de que las tonalidades e incluso el tamaño de las manchas sea mayor o menor.

Por último, algo tan evidente y tan visible en multitud de costas como el propio lecho marino contribuye a reforzar este contraste de colores entre unas áreas y otras. Si está despejado de flora marina, el tipo de roca o arena que lo compone influyen en estos cambios.

Falsos mitos

A lo largo del tiempo, este punto de encuentro tan curioso entre mares ha valido para dar rienda suelta a la imaginación un puñado de veces. Entre las cosas que se han dicho está, por ejemplo, que solo sucede allí.

Por infrecuente que sea este fenómeno, no es del todo único. Ocurre en aquellos lugares del mundo donde grandes ríos desembocan a mar abierto. Los ríos cargan multitud de sedimentos, además de estar expuestos por ejemplo al deshielo de glaciares que alimentan su caudal y lo agitan. El mar, en cambio, es más tranquilo, más limpio. Por los temporales que se producen en primavera y en invierno, estas son las estaciones en las que más habitual es que se dibuje esta línea invisible.

La misma dinámica de fluidos que explica por qué ocurren los eddies que dan lugares a fantásticas pinturas de Van Gogh en el mar, también suceden en el cielo con las nubes. La única diferencia es que aquí no son tan visibles. Kenneth W. Bruland, investigador de la Universidad de California lo demostró. Y al igual que él, otros científicos han insistido en que nada hay de extraordinario.

Superficies marinas con mareas destacadas y azotadas por temporales, como el Mar del Norte o el Mar Báltico en Europa, son escenario habitual de este fenómeno. Basta un paseo por Google Views para contemplar este mágico proceso natural.