Todos los años es la misma historia cuando llega el verano: el abandono de mascotas se dispara. Este año además, como el anterior, la pandemia se nota. Muchas personas adoptaron o compraron animales para tener compañía o una excusa para pisar la calle… Y ahora los dan de lado. Protectoras como esta de Alemania están desbordadas.
“Suelen venir de familias que antes tenían mucho tiempo y que estaban en casa”, asegura la directora de este centro alemán.
Al desbordamiento de las casas de acogida se suma otro problema: los animales con trastorno del comportamiento. Sus hábitos cambiaron mucho durante la cuarentena y con las escuelas de adiestramiento cerradas terminaron convirtiéndose en una carga. Para ellos, la dificultad de encontrar un nuevo hogar es aún más complicado lo que se traduce en un gasto añadido para los refugios, que tendrán que cuidar de ellos para siempre sin obtener ningún ingreso.
Sin más ayuda que la de algunos voluntarios, apelan a la conciencia sobre la repercusión de nuestros actos, porque un perro es un amigo, al que nunca se debe dejar atrás.