Durante el inicio de las fiestas navideñas tenemos cielos despejados, muy azules, en casi todo el país. El motivo de este color, cuando las nubes no lo fastidian, es la manera en que percibimos los rayos del sol.
Los rayos del sol son, en realidad, ondas luminosas y no todas son del mismo tamaño. Para ponerte en situación: las ondas más cortas son violetas y azules y las más largas, rojas y naranjas. El sol emite todos los colores del arcoíris mezclados pero, al penetrar en la atmósfera, unos continúan su camino mientras otros se dispersan. ¿El motivo? La longitud de las ondas de la que hablamos.
La atmósfera se compone de un popurrí de gases: oxígeno, dióxido de carbono, nitrógeno… Pero también, de polvo, cenizas, vapor de agua, etc. El papel que juegan las partículas de la atmósfera es fundamental para que percibamos el cielo de color azul.
Las ondas más cortas, como decíamos, son las violetas y las azules, en ese orden. Nuestros ojos son más sensibles a la luz azul, por eso a pesar de ser más cortas las ondas violetas vemos, generalmente, el cielo azul.
Explicado esto, el siguiente paso es explicar cómo este color puede inundar absolutamente todo el cielo. Fácil. ¿Recuerdas las partículas presentes en la atmósfera? Al impactar el rayo con ellas, la onda se dispersa hacia todos lados, impactando a su vez contra otras partículas y dispersándose más y más. Es lo que se conoce como la dispersión de Rayleigh.
¿Por qué no ocurre lo mismo con las ondas largas (rojas)?
Las ondas cortas se reflejan precisamente por serlo. Las ondas largas no se esparcen para todos lados porque, simplemente, son más grandes que el objeto con el que dan en la atmósfera y siguen su camino.
Al atardecer es frecuente ver el cielo más rojizo o anaranjado porque el sol se esconde tras el horizonte. Al hacerlo, las ondas cortas se pierden y las que se ven son entonces las más largas (rojas y naranjas) que aguantan un poco más antes de desaparecer el sol por completo.
Hace poco veíamos un amanecer espectacular en muchos puntos de España. Twitter se llenó de fotos de gente que compartía el momento. El motivo en este caso fue, como explicaba nuestra meteoróloga Rosalía Fernández, "un panorama (una atmósfera) en la que no hay demasiadas nubes". Y, como decíamos, recordaba que "es algo mayor (la intensidad de estos colores) en las puestas de sol que en las salidas por la presencia de partículas suspendidas en el aire en la segunda mitad del día".