Platos de caca de vaca y sillas de cuero de manzana: la revolución de los biomateriales
Una exposición muestra 40 proyectos de diseñadores que experimentan con biomateriales como bacterias, leche o frutas
Muchos de los proyectos surgen de la reutilización de materiales de la industria u obtenidos gracias a la investigación científica
Una granja al norte de Italia con más de 2.000 vacas producía una gran cantidad de leche y también de excrementos. Una parte era usada como abono, pero su propietario buscó más maneras de utilizar ese excedente: utilizó la tecnología para eliminar los gases que dan mal olor a los residuos animales y acabó convirtiéndolos en un barro con el que ahora hace vajillas. Algunas de esas piezas, de diseño sencillo y un delicado color rosado, se exponen estos días en Madrid en la muestra “Materia Gris. Nuevos materiales para la era post-fósil”.
“Si los ves te enamoras rápidamente de los productos y no eres capaz de asociarlo con el material del que han surgido”, asegura Ana Domínguez Siemens, comisaria de la muestra. En ella se recogen más de 40 proyectos de diseñadores que experimentan con biomateriales, de naturaleza biodegradable, que pueden llegar a ser sustitutos del plástico y de otros productos. Surgió, dice, de la constatación de que muchos de estos profesionales, en diferentes partes del mundo, están preocupados por la idea de experimentar con nuevos recursos.
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“Es acuciante el problema del plástico de un solo uno. Tiene que desaparecer y hay que ofrecer alternativas con recursos más sostenibles. Existe una preocupación por la economía circular, por el exceso de generación de basura y nos encontramos con materiales, en cantidades ingentes, que son susceptibles de ser reutilizados”, explica Domínguez sobre los llamados “biomateriales”.
Bacterias, leche, frutas, minerales…
Entre las materias primas que tienen una segunda vida en esta muestra instalada en el edificio CentroCentro y que está incluida en la programación del Madrid Design Festival, aparecen los hongos, las bacterias, las algas… Estas últimas son el material con el que se fabrican unas burbujas biodegradables utilizadas para envasar agua, aceite o kétchup y que ya se comercializan.
“Ya no hace falta que nos den una pequeña bolsa de plástico, esto es mucho más racional y es una manera de cuidar el planeta”, dice la comisaria, que recuerda que muchos de los materiales que dan forma a los objetos de la exposición han salido directamente de la basura, y buena parte de ellos procede de la industria agroalimentaria.
Desde la cáscara de huevo que se rompe en el proceso de producción y se mezcla con aglutinantes naturales para crear un material suficientemente duro como para hacer incluso losetas para un suelo, hasta el cuero fabricado con la piel y el corazón de las manzanas que se desperdician en la industria de los zumos. “Se reutiliza para crear una piel con la que se puede tapizar muebles y que al tacto es imposible distinguir del cuero procedente de las vacas” destaca Domínguez, que señala también como se han fabricado jarrones con la proteína de la leche combinada con cal.
Como estos, la muestra recorre también los trabajos de diseñadores que utilizan el barro desechado de la fabricación de aluminio para hacer cuencos o vasos, las piezas de terrazo creadas con botellas de cerveza, los pies de lámparas elaborados con los sobrantes de cuero de monederos, las figuras con diferentes texturas creadas con los huesos de la aceituna que habitualmente se destina a la quema de biomasa…
Respuesta a necesidades… y obras de arte
Los proyectos han sido seleccionados, explica Domínguez, por su interés desde el punto de vista del diseño, es decir, por cómo los diseñadores resuelven un problema, y también por la forma en que aportan su ingenio y creatividad al jugar con estos nuevos materiales.
“No hay que olvidar que los diseñadores tienen que dar soluciones a un problema. Por ejemplo, el diseñador que investiga con la piel del salmón encontró que una fábrica realizaba cuero con ese material, pero su utilización era muy complicada porque eran piezas muy pequeñas. Él ha conseguido realizar con esas pieles una superficie lo suficientemente grande como para conseguir tapizar un sofá. Ese material ahora ya es algo útil”.
Y aun así, destaca, los diseños de la muestra no están ideados solo para ser producidos de forma industrial, sino que algunos de ellos están muy cerca del arte y son piezas únicas. Un ejemplo es el trabajo entre la escultura y el mobiliario realizado con la hojarasca de los árboles o el serrín del corcho mezclado con biorresinas.
No solo eso, en algunos casos el concepto de economía circular llega casi al extremo… Como en el proyecto de un joven diseñador francés que ha experimentado con los excrementos de los caracoles. “Les alimentaba con papel de colores y utilizaba su caca coloreada para hacer unos estuches de embalaje en los que se comercializaban los propios caracoles cocinados”, cuenta la comisaria.
“Hay cosas que quizá no tengan largo recorrido, pero aun así está bien que se experimente para ver qué podría pasar. Hay otras que directamente ya están en el mercado y que aplican estos materiales a objetos que ya podemos comprar”, explica refiriéndose a un material parecido al plástico, pero elaborado enteramente con materiales naturales, con el que se han fabricado una butaca.
El montaje, un proyecto de sostenibilidad
Si las 40 obras seleccionadas no fueran ya un ejemplo perfecto de reutilización de los materiales, el mismo montaje de la exposición ha sido concebido como un proyecto más de esa búsqueda de la sostenibilidad. Con la idea de la economía circular y de la reutilización de materiales, Lucas Muñoz, responsable del montaje, ha sacado todo lo que había guardado en los almacenes de CentroCentro procedente de otras exposiciones y lo ha utilizado junto a materiales de primera necesidad para organizar la muestra.
“Se ha encontrado con cosas de lo más curiosas, edredones, esterillas para hacer yoga, muñequitos de plástico, borriquetas… todo está mezclado y Muñoz lo ha usado montado las mesas sobre las que se exponen los productos”.
Además, el montaje de “Materia Gris” tiene un carácter social porque las lámparas que iluminan la exposición han sido diseñadas con elementos muy sencillos y se han elaborado en la Asociación Norte Joven, una organización que trabaja con personas en riesgo de exclusión social y que recibirá el dinero que se obtenga por su venta.
La muestra, que se puede visitar en Madrid hasta el 9 de mayo pretende, dice su comisaria, poner un espejo para que la gente se mire y vea la realidad: “Este planeta ya no más de sí si lo seguimos exprimiendo. No es una opción, es un camino de no retorno”.