El agua y el polvo no son lo único que descargan las nubes. Un nuevo estudio acaba de concluir que el plástico, cada vez más presente en la tierra y el mar, también lo está en el aire. Se han rastreado un total de 11 parques nacionales de Estados Unidos, regiones en las que el ser humano entra como visitante y se va por donde ha venido. Después solo queda la naturaleza… Y el plástico.
De las 339 muestras que recolectaron los investigadores en parques como el de los arcos, en Utah, de curiosísimas formaciones rocosas y uno de los más importantes de la costa oeste, el 98% contenía microplásticos. Dicho en otras palabras, suponen unas 1.000 toneladas que equivaldrían a "entre 123 y 300 millones de botellas de plástico", enuncia 'The New York Times'.
Esto además de ser una sorpresa es gravísimo por un motivo: estas partículas contaminantes han sido transportadas allí por la lluvia, la nieve y el viento.
El estudio ha sido publicado en la revista científica ‘Science’ el viernes 12 de junio y llevado a cabo por la doctora Janice Brahney, del Quinney College of Natural Resources, con la ayuda de investigadores del Salt Lake Community College y la empresa Thermo Fisher Scientific. "No hay rincones o grietas en la superficie de la tierra que no tengan microplásticos", asegura la autora principal del estudio.
No es la primera que se encontraban muestras de plástico en un lugar remoto como estos parques nacionales alejados de núcleos urbanos.
Pero el hallazgo de su procedencia es inédito. Aunque queda mucho por investigar, parece seguro que cuando se producen tormentas en ciudades relativamente cercanas, esta contaminación es transportada por el viento y forma las nubes mediante la convección como el resto de partículas presentes en las diferentes capas de aire. Después precipita sobre estas zonas.
Pero no siempre es tan simple. En el caso de las partículas más diminutas, invisibles al ojo a primera vista. Los expertos apuntan a que se originan mucho más lejos, y ascienden mucho más en la atmósfera con los movimientos verticales del viento, como ocurre por ejemplo con la calima, que puede llegar desde el Sáhara hasta el Caribe. Estas micropartículas son las más numerosas y las más indetectables. En el caso de este estudio, constituyen el 75% de las muestras observadas.
En cuanto a sus efectos sobre la salud, todavía se estudian, y parece que por el momento no es la sustancia que más preocupa, como sí lo es por ejemplo en hollín. Tampoco se conoce cómo ha dañado hasta ahora los ecosistemas. Lo que sí sabemos es que una botella de plástico tarda unos 500 años en descomponerse, y por tanto urge solucionar este problema antes de que este material se acumule más de lo que ya hace.
A lo largo de los años hemos leído noticias terribles relacionadas con el plástico también en nuestro país. Recordamos algunos titulares como los siguientes: “Los pescadores de Ibiza recogen 6000 kilos de plástico al año”, “Barcelona es la segunda ciudad que más plástico vierte al Mediterráneo”, “Veinte toneladas de plástico por el Río Segura caminan hacia el mar”.