Barcelona lleva tiempo enfrentándose a una plaga de chinches que está acabando con los pinos. Esta especie, considerada exótica invasora por el impacto que tiene en el medioambiente, es originaria del oeste de Norteamérica. Se suele refugiar en viviendas o espacios naturales para pasar el invierno, pero las altas temperaturas que hemos experimentado estos días, superiores a 20ºC en buena parte del país, han invitado a salir de su cobijo. Frente al desmedido aumento de la especie, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CISC) está pidiendo a la ciudadanía catalana que ayude a buscar ejemplares para controlar su expansión.
Este tipo de chinche se suele localizar en el este de EEUU y, desde 1999, en zonas de Italia, donde tuvo su primer contacto con Europa. Tuvieron que pasar 4 años para que se expandiera hasta nuestro país, y fue en Barcelona donde encontraron los primeros ejemplares. Sin embargo, con el paso de los años, se han reproducido en cantidades desorbitadas, hasta tal punto que se considera ya una plaga por el impacto que supone en nuestro medioambiente.
Por su origen al otro lado del charco, es considerada aquí como una especie exótica invasora al incluirse entre aquellas que se introducen o se establecen en un "ecosistema o hábitat natural o seminatural y que es un agente de cambio y amenaza para la diversidad biológica nativa, ya sea por su comportamiento invasor, o por el riesgo de contaminación genética", recoge la Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad.
El chinche americano se diferencia del típico chinche de cama porque prefiere la savia de las plantas coníferas (degusta unas 40 diferentes), especialmente las pináceas, antes que nuestra sangre o la de otros animales. Las que 'acostumbramos' a identificar, además, se esconden en los somieres y las camas y no en la madera, lo cual asociamos más a las termitas, por ejemplo.
Asimismo, esta chinche mide entre 15 y 20 centímetros de largo y es fácilmente distinguible de otras especies por el ensanchamiento de sus patas posteriores, así como por dos marcas blancas que tienen en las alas, explica el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
El Instituto de Química Avanzada de Catalunya (IQAC) del CSIC, ha mostrado la preocupación que supone esta especie por el daño a nuestro ecosistema. Por ello, ha hecho un llamamiento a través de su cuenta de Twitter para pedir colaboración ciudadana. Si te encuentras un ejemplar, no lo mates. Lo necesitan vivo para estudiar las feromonas del insecto y poder desarrollar así un método de control de la plaga respetuoso con el medioambiente.
Las feromonas son sustancias químicas secretadas por los seres vivos y se va a estudiar este aspecto concreto porque, según los científicos, se considera el motivo principal por el que se reproducen con tanta facilidad, tanto en espacios naturales como en el interior de las viviendas.
Según los investigadores del IQAC, el aumento del chinche americano en Cataluña supone un impacto económico bastante elevado. Al alimentarse principalmente de las piñas, se han convertido en el peor enemigo de la industria del piñón. De hecho, estudios recientes del Servicio de Gestión Forestal, de Forestal Catalana y del Institut de Recerca i Tecnologia Agroalimentàries (IRTA), estiman que se pierden hasta un 25% de los piñones en cada cosecha por esta especie.