Los otros 'influencers': científicos que ganaron la batalla a los bulos tras un año de pandemia

  • La ciencia ha conseguido desbancar a los bulos que monopolizaban la información al comienzo de la pandemia

  • Los científicos que más activos están siendo han visto aumentar vertiginosamente sus seguidores: de centenares a decenas de miles

  • La vocación, la responsabilidad, la humildad y la prudencia son comunes en todos ellos, al hacer divulgación en las redes sociales

Seguro que lo recuerdan. Móviles echando humo, cargados de mensajes sobre qué hacer –y qué no- si te infectaba el SARS-CoV-2, sobre el origen del virus, sobre métodos para no contagiarse -o para curarse-, sobre mascarillas, vacunas… Los bulos, en esta pandemia, han llegado a abarcarlo todo. Sobre todo, al comienzo.

El año pasado por estas fechas, se propagaban tanto o más rápido que el propio virus. A través de Whatsapp, Twitter, Facebook, Instragram o cualquiera de las redes sociales. Apareció, incluso, un término para referirse a lo que estaba pasando: "infodemia". Los bulos se convirtieron también en otra epidemia, la de la desinformación.

Un año después, la ciencia ha ganado a los bulos. Cuando abrimos nuestras redes sociales, todos tenemos a mano información científica rigurosa y de calidad. Pero no ha salido de la nada. Es fruto de la larga batalla que muchos científicos han librado, y siguen librando, contra toda esa desinformación que nos tenía confundidos, desbordados, asustados. En NIUS hemos hablado con algunos de ellos, que se han convertido en referentes de la divulgación científica en España. No están todos los que son (hay muchos más haciendo lo mismo), pero sí son todos los que están.

Un año intenso y vertiginoso

Ha sido “un año muy intenso”, confiesa el microbiólogo y catedrático de la Universidad de Navarra Ignacio López-Goñi (@microBIOblog en twitter). “Jamás había tenido tanta influencia o presencia en los medios. Todo esto me supone una responsabilidad: el desconocimiento, los bulos... mucha gente quiere saber, necesita fuentes de las que fiarse”. Por eso él, como tantos otros, dedica buena parte de su tiempo, cada día desde hace un año, a aportar respuestas desde la ciencia y la evidencia.

“Yo hace un año que vivo en una vorágine de estudio y comunicación de la información que yo creo que es más rigurosa y útil. No fue premeditado, pero no me permití a mí misma no hacer nada”, nos cuenta María Isabel Tapia (@mariaitapia). Esta bióloga y divulgadora es otra de las voces de referencia en Twitter. “Me di cuenta enseguida de la ausencia de pautas oportunas y fiables por parte de las autoridades, que se guiaban a su vez por las pautas de la OMS, con algunos mensajes profundamente desafortunados desde el principio de la pandemia hasta hoy”.

Para el experto en aerosoles de la Universidad de Colorado José Luis Jiménez (@jljcolorado) hay una fecha clave. El 5 de julio, “cuando el New York Times publicó un artículo sobre la carta que habíamos escrito a la OMS 239 científicos”, alertando sobre la importancia del contagio por aerosoles. Él ya había empezado a hacer divulgación, pero “entonces me empezaron a llegar peticiones de entrevistas a mansalva. Un día hice entrevistas con cinco reporteros del New York Times y del Washington Post en el mismo día. Tuve que organizar ruedas de prensa, porque no daba abasto. Yo nunca había hecho divulgación antes, y pensaba que no se me daría bien. Me he dado cuenta de que no se me da mal”.

La viróloga del Hospital Mount Sinaí de Nueva York Ana Fernández-Sesma (@SesmaLab) cree que la pandemia “ha dado visibilidad al trabajo que hacemos y nos ha dado la oportunidad de explicar y aclarar cosas, por eso la gente nos sigue. Ha aumentado la confianza en la ciencia”. Aunque también advierte: “Se ha notado mucho que la gente te escucha, pero también te exigen que lo sepas todo”.

En ello coincide el bioquímico y catedrático de la Universidad Complutense de Madrid José Manuel Bautista (@1000genes). “Tengo una sensación nueva de responsabilidad social, al seleccionar información científica de relevancia y proporcionarla de una forma comprensible. Siempre hay un punto de duda, antes de enviar un tuit, de si estoy dando la información pertinente y de si es la forma adecuada de hacerlo”.

La curva de seguidores se dispara

Porque Bautista, como Tapia, Jiménez, Fernández-Sesma o López-Goñi han visto aumentar vertiginosamente el número de seguidores en Twitter que tenían antes y después de la pandemia. El caso de Jiménez es especialmente llamativo: “He pasado de tener 600 seguidores a 55.000” en un año. Como lo es el de otro de los divulgadores de referencia, Gorka Orive (@gorka_orive).

En marzo de 2020, Orive tenía 4.000 seguidores y tuiteaba en inglés, sobre ciencia y sobre intereses personales. Actualmente, este farmacéutico y profesor de la Universidad del País Vasco los ha multiplicado por diez. Se confiesa “un poco impresionado, porque ahora estoy en 45.000 seguidores. Quizá la parte menos buena es que estás más expuesto, pero nadie me obliga a ello. Si algo de lo que he podido hacer, a algunas personas les ha podido servir para entender algo o para estar más informadas, pues encantado, con eso ya me vale”.

Leer y estudiar, antes de comunicar

Esta especie de “salto a la fama” en las redes es algo con lo que no contaban, y todos confiesan que no es su motivación en absoluto a la hora de divulgar. “Hubiera hecho y dicho exactamente lo mismo si tuviera menos de 100 seguidores, como al principio”, explica María I. Tapia. “Para mí, es suficiente con creer que estoy haciendo y diciendo lo correcto en una situación que exige sacrificios y un trabajo extraordinario”. Trabajo que a ella, en concreto, le ha supuesto “no tener vacaciones ni fines de semana desde hace un año. Pero volvería a hacer lo mismo, porque creo que era necesario (aún lo es) echar una mano en este año tan difícil”.

Tapia explica que, sobre todo, este año de divulgación le ha supuesto “invertir muchísimas horas en leer, estudiar y escribir”. Y esas tres palabras, “leer, estudiar, escribir”, se repiten en todos estos divulgadores. “Cuando llega la pandemia, empiezo a leer mucho y a generar una serie de claves y fuentes de información. Le meto muchas horas de lectura. Ahí es cuando paso al castellano y comienzo a hacer más divulgación”, recuerda Orive. “Ya hay más de 100.000 artículos en PubMed sobre SARS-CoV-2 o covid-19, imposible de digerir toda esa información. Yo me he dedicado a leer y estudiar algunos pocos de ellos y explicarlos de forma sencilla”, cuenta López-Goñi.

Un año "agotador"

Y todo esto de forma desinteresada, en todos los casos, por pura vocación científica, responsabilidad social y ganas de ayudar. Todos confiesan que es un trabajo extra que les apasiona, pero a la vez, muy cansado. López-Goñi lo explica así. “Llevo un año estudiando y hablando de lo mismo, y muchas veces condicionado por los medios que exigen inmediatez y brevedad. A veces me preguntan por temas o artículos que no hace ni 24 horas que se han publicado, y no son conscientes de que el análisis lleva tiempo. Ha sido agotador”.

“El trabajo de divulgar con esta intensidad es muy cansado, porque sigo teniendo que hacer el trabajo normal y nuestro hijo va a la escuela por internet, así que tengo menos tiempo del normal”, nos confiesa Jiménez. Es cansado, pero lo hace, y seguirá haciéndolo. “Espero que la OMS y los ministerios acepten y digan claramente pronto cómo se contagia el virus y cómo protegernos, para poder tomarme unas vacaciones. A medio plazo pienso seguir divulgando, pero con menos intensidad”.

Humildad, prudencia y responsabilidad

De momento, todos tienen claro que seguirán al pie del cañón, porque hay que seguir dando respuesta a las dudas y a los miedos de la gente. “Aumenta la curiosidad por el miedo que produce la proximidad de una enfermedad de la que no tenemos control, ni como sociedad ni como individuos”, explica Bautista. Pero siempre, lo seguirán haciendo desde la humildad, la prudencia y la responsabilidad. Son rasgos comunes en todos ellos: “influencers” de la ciencia que poco o nada tienen que ver con el resto de “influencers”.

Orive insiste en esto. “Yo trato de hacerlo con mucha humildad y cuidado. Hago más información que opinión y trato de no meterme en otros asuntos. Humildad y modestia son dos cosas que tengo claras”. López-Goñi lo suscribe. “Yo, sin pretensiones y sabiendo que me puedo equivocar, procuro transmitir y explicar lo que sé o cómo entiendo las cosas. Aportar un poco al caos y desinformación".

El microbiólogo navarro insiste en algo importante, a la hora de divulgar información científica: la falta de certezas. "El nivel de incertidumbre de la ciencia es muy alto. Verás pocos científicos que digan que están 100% seguros de algo”. Exactamente lo contrario de lo que ocurre con los bulos, que suelen propagarse cargados de dogmas sin la más mínima evidencia científica que los respalde.