Hace unos meses recorrían el mundo unas imágenes de un oso polar paseándose con no muy buen aspecto por la ciudad industrial de Norilsk, en Rusia. Todo apuntaba a que no estaba allí, a cientos de kilómetros de su hábitat natural, por elección propia: el fuego devoraba por aquel entonces buena parte del Ártico. Trabajadores del zoo de Royev Ruchei (hacia el sur del país) acudieron entonces en su ayuda para trasladarle a un lugar más seguro. Pues bien, esta semana se ha hecho público que Martha, como la han nombrado, casi ha recuperado su peso y se baña a gusto, eso sí, lejos de su hogar original.
Martha, de año y medio o dos años, estima el zoo ruso, pesaba unos 60 kg menos del mínimo que suele pesar un oso polar sano. El pasado junio caminaba entre coches y escombros de una ciudad habitada, mientras Siberia ardía en el incendio más largo de la historia en el Ártico. Cuatro meses después, con la ayuda de una dieta específica, pesa casi 150 kg.
No todas las teorías de por qué estaba allí apuntan en la misma dirección. Otra posibilidad que se ha barajado es que fuera capturada como cachorro para criar osos y venderlos, siendo finalmente liberado por no poder mantenerlo económicamente.
No es la primera vez que esta especie se mueve de su hogar en busca de refugio y comida. El año pasado por estas fechas, las altísimas temperaturas dejaron sin alimento a los osos, que caminaron kilómetros hasta llegar a Belushya Guba (localidad del archipiélago ruso de Nueva Zembla), donde rebuscaron desesperados entre los contenedores. Incluso vimos imágenes en las que se asomaban a las viviendas, creando pánico entre los vecinos.