Los vecinos de las comarcas de la Cordillera Cantábrica están cada vez más acostumbrados a encontrarse con su basura removida o asomarse a la ventana y pillar un oso pardo in fraganti robando fruta de sus árboles. En general son osos jóvenes en busca de comida que no causan incidentes, más allá del susto al encontrarlo en la puerta de casa, como ha ocurrido esta semana en León.
En esta ocasión ha sucedido en Villablino, en la Comarca de Laciana. El osezno se servía tranquilamente unas cerezas del árbol de una familia cuando se asomaron y le vieron. En general esta escena que se da más en los últimos años no parece molestar a los vecinos. De hecho, en algunas comarcas la Fundación Oso Pardo trabaja conjuntamente con el Ministerio para la Transición Ecológica y Ecoembes para asegurar una convivencia segura entre humanos y osos.
No obstante, lo que se intenta es evitar la interacción de los humanos con estos animales, lo cual no quiere decir que no se estén difundiendo indicaciones para actuar en caso de toparse con un oso pardo. El pasado mayo vimos el revuelo que se generó a raíz de la actuación desacertada y temeraria de un conductor en Asturias, que se convirtió en el ejemplo de lo que no hay que hacer si vemos un oso, especialmente si es una cría como fue aquel caso.
La población de oso pardo en la Cordillera Cantábrica ha aumentado ya hasta unos 350 ejemplares, lo cual es una buenísima noticia dado que aún está catalogado en España como especie en peligro de extinción. Desde 2017, existe en nuestro país una guía de 'Buenas prácticas para la observación de oso, lobo y lince en España', que difundió el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente.