Las orcas o ballenas asesinas como también se les conoce, están en peligro de extinción en algunas zonas. En todo el mundo hay unos 55.000 ejemplares, mientras que en las costas de los estados de Columbia Británica, en Canadá, Washington y Oregón, en EE UU, su población, apenas llega a los 70 individuos. Un estudio ha analizado las necropsias de más de 50 orcas muertas en estas costas para identificar los peligros a los que se enfrentan estos mamíferos marinos.
Un total de 53 de estos cetáceos quedaron varados en esas costas de Canadá y EEUU, y se logró determinar las causas de las muertes del 42 % de ellos. El estudio revela por ejemplo, que una cría murió de sepsis después de ingerir un anzuelo tradicional de madera; otra falleció por inanición debido a una deformidad facial congénita. Otros dos ejemplares murieron por los graves traumatismos provocados por colisiones con embarcaciones.
Los científicos también detectaron enfermedades infecciosas, como toxoplasmosis o sarcocistosis, deficiencias nutricionales, infecciones a raíz de mordeduras de tiburones entre las otras causas de muerte.
“En el estado de Columbia Británica, fallecieron nueve orcas residentes en el sur: dos adultos, dos juveniles y una cría murieron por traumatismos tras chocar con barcos. Uno de ellos fue por el impacto con una hélice”, subraya el autor principal Stephen Raverty, patólogo veterinario del Ministerio de Agricultura de Columbia Británica y profesor adjunto en el Instituto de Océanos y Pesca de la Universidad de Columbia Británica (UBC).
Uno de los ejemplares no superó la infección que le provocó el marcaje por satélite para su posterior monitorización. Otra muerte se debió a causas naturales y las otras dos han quedado indeterminadas.
Aunque no existe una causa común única de muerte, los investigadores sí determinaron que existía un tema que las unía a todas a todas las edades: las interacciones con humanos. “La mitad de las muertes de orcas identificadas en este estudio se produjeron por encuentros con humanos”, subraya Raverty.
“Los resultados de las necropsias de orcas en este estudio son únicos y permitirán establecer información de referencia para evaluar actuaciones futuras de mitigación”, explica Raverty. “Es importante darse cuenta de que no solo las estamos perjudicando indirectamente molestándolas con los barcos o por la falta de salmón. También son los choques con las embarcaciones y los anzuelos”, indica Joe Gaydos, coautor y director de la SeaDoc Society.
Este veterinario de la fauna salvaje desarrolló en 2004, junto a Raverty, un protocolo estandarizado de necropsias de orcas. Revisada en 2014 con la ayuda de Judy St. Leger, patóloga del SeaWorld, esta guía ayudó a mejorar los exámenes de los cetáceos fallecidos.
“Los resultados de las necropsias de orcas en este estudio son únicos y permitirán establecer información de referencia para evaluar actuaciones futuras de mitigación”, explica Raverty. Aunque la investigación no puede ofrecer una imagen completa de la salud y mortalidad de las orcas –por el estado de los ejemplares varados al analizarlos–, el informe es el que mejor refleja hasta ahora las amenazas que se ciernen sobre estos animales.